"Depredador" tuvo un gran regreso con una violenta historia de origen

Por Francisco Vidal

"Depredador: la presa", la nueva película que llegó a Star+, se remonta a los orígenes de la exitosa franquicia de acción y ciencia ficción que inició con aquella protagonizada por Arnold Schwarzenegger en 1987 y que luego tuvo otras cinco derivaciones.

Situada unos 300 años antes de lo ocurrido en la original, la precuela que dirige Dan Trachtemberg (Avenida Cloverfield 10) va al hueso: es un enfrentamiento descarnado entre Naru (Amber Midthunder), una joven miembro de una tribu comanche, y uno de los ya conocidos Depredadores, extraterrestres que buscan presas dignas de luchar para guardarlas como trofeo.

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Naru -interpretada por una Midthunder que cumple pero que tampoco se deslumbra- va siempre acompañada de su fiel perro y se presenta como una guerrera empoderada que trata de imponerse en un terreno en el que no se reconocen sus habilidades. La amenaza alienígena, que acecha repentinamente a su pueblo, la obligará a pasar al frente para proteger a los suyos.

Muchos silencios acordes a la época en la que está ambientada entran en juego en una caracterización de los personajes que está muy bien lograda -en parte gracias a que los actores pertenecen realmente a pueblos originarios-. El marco de las Grandes Llanuras es a su vez imponente gracias a una gran fotografía de paisajes boscosos (se filmó en Canadá).

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"Depredador: la presa" es una cinta cargada de acción -grandes coreografías en ese sentido-, sangre y violencia. No peca en complicar la trama con muchos más elementos. Es la pelea frente a frente entre cazadores de distintas especies. Y tiene a un monstruo de aspecto físico actualizado -detrás del traje está el ex basquetbolista Dane DiLiegro-, con toda la tecnología y las habilidades que prometía, lo que no implica el abuso en el uso de efectos especiales.

Con la sensación de peligro constante, apoyada en gran parte gracias a la música, el clima de enfrentamiento va de menos a más, cargado de momentos que ponen al límite a los protagonistas -algunos ya hasta innecesarios-. De todos modos, respetan con largos momentos de calma lo que podría traducirse en un modo de vivir de aquellos tiempos.

También es cierto que algunas situaciones narrativas, si de guion hablamos (estuvo a cargo de Patrick Aison), se ven algo forzadas o por momentos muy predecibles.

Lo cierto es que "Prey", como se llamó en inglés, cumple con creces con lo que promete y muchos esperaban: una historia simple pero efectiva sobre el combate entre el mítico depredador y una rival a su altura. Acción con todas las letras.