Regina Hall, protagonista del otro escándalo de los Oscars

Si no fuera porque la bofetada de Will Smith a Chris Rock acaparó los flashes y los comentarios, la entrega de los Oscar nos hubiera regalado este año otra polémica que quedó relegada a las páginas interiores. Regina Hall, una de las tres conductoras de la ceremonia , cacheó en broma a Jason Momoa y Josh Brolin como podría hacerlo un policía en busca de armas ocultas.

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En otra época el chiste podría haber sido festejado, pero nada que replique gestos relacionados con situaciones que han sido unánimemente condenadas puede perdonarse en un lugar que es, durante algunas horas, una vidriera de la que está pendiente un público global.

Previo a ese momento, pidió a Timothee Chalamet, Bradley Cooper y Simu Liu subir al escenario del Teatro Dolby y sostuvo que tenía que hacerles una prueba “metiendo mi lengua en sus gargantas, hay que mantener las medidas de seguridad”, expresó.El chiste, era que se había extraviado el resultado de parte de los test de covid y debía hacer algunos de apuro.

La intención humorística era mentar la enfermedad como pretexto para tocar a algunos actores que figuran entre los más atractivos del momento, pero a cualquiera le corrió frío por la espalda de sólo imaginar el tamaño del escándalo si en lugar de la actriz , hubiera estado un conductor palpando la anatomía de un grupo de mujeres.

El acoso sexual en cualquiera de sus variantes es una cosa seria que Hollywood no ha terminado de resolver, pero tuvo su momento más dramático cuando una lluvia de denuncias se precipitó sobre el productor Harvey Weinstein en la fase inicial del movimiento Metoo.

En las redes acusaron a la presentadora Regina Hall de hacer un chiste de mal gusto a los actores que convocó al escenario.El tema se trató especialmente en redes porque los fulgores del escándalo Smith -Rock opacaron todo lo demás , al punto de que recién a 24 horas de la ceremonia se ha empezado a hablar un poco de los premiados.