Tim Burton vuelve a su esencia en una "Beetlejuice" 2 que es puro disfrute

Francisco Vidal

Opinión: muy buena

Después de haber abandonado las películas en 2019 con la remake de Disney de "Dumbo", Tim Burton vuelve a los largometrajes con toda su esencia de la mano de "Beetlejuice Beetlejuice", la secuela de su clásico que llega 36 años después. 

Con el riesgo que siempre tiene hacer una buena secuela, esta comedia terrorífica es una fiesta que invita a distintas generaciones a divertirse de principio a fin: desde los amantes de la original hasta los neófitos. 

La continuación que trae de nuevo a Lydia Deetz (Winona Ryder), la joven que se contactaba con los fantasmas de la original que querían echar a su familia de la casa, ya grande y conduciendo un programa sobre lo paranormal. Un evento desafortunado la hará volver junto a su madrastra Delia (una increíble Catherine O'Hara) y su hija Astrid (Jenna Ortega) a la vieja mansión de Winter River.

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Pero la presencia de Beetlejuice, el demonio interpretado por Michael Keaton que los "ayudó" con otras intenciones en la primera, sigue latente y una situación hará que sea necesario su regreso. Al mismo tiempo, el espectro es perseguido por un viejo amor con sed de sangre (Monica Bellucci)

Burton no necesita de grandes avances tecnológicos ni abusa de los efectos especiales: vuelve de nuevo al alma de sus relatos, llenos de máscaras, efectos prácticos y animación stop motion.

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El tono ácido y la mística retro que tan bien funciona en estos tiempos hacen que la experiencia se potencie de la mano de grandes actuaciones. Además de un Keaton arrollador, el rol de Willem Dafoe como un investigador de la policía del inframundo es otro de esos pequeños detalles que le dan músculo a la historia. 

"Beetlejuice Beetlejuice" marca un regreso aireado de Burton a las películas, con toda su impronta renovada en una historia llena de guiños nostálgicos que no aburre en ningún momento.