Alberto, el presidente que asumió dos veces

Alberto Fernández dio la impresión ayer de que estaba asumiendo por segunda vez. Como si estuviéramos todavía en diciembre, volvió anunciar que mandará proyectos de ley al Congreso para reformar la Justicia, para promover Vaca Muerta, para crear un Consejo Económico y Social o para legalizar el aborto.

El contexto ayuda para crear esta atmósfera de tiempo detenido. Al fin y al cabo, tres meses después el FMI sigue diciendo, al menos en público, que espera conocer, como todos nosotros, el famoso plan económico de Martín Guzmán. El arreglo de la deuda viene demorado. Y sin eso, el tiempo se detiene.

También se reitera la arenga de Fernández contra la inflación. El presidente dijo va a usar “todas las herramientas legales” para frenarla, con lo que uno deduce que para Fernández la inflación no es un problema de malas políticas públicas sino delitos que cometen quienes venden bienes y servicios. O sea, kirchnerismo puro. Fernández está preparando a los chivos expiatorios por si la enorme emisión de dinero que está haciendo nos pega una nueva paliza inflacionaria.

Hasta la apelación al Nunca Más se reiteró. En diciembre, Fernández había arengado: “Nunca más a una Justicia contaminada por servicios de inteligencia”, que “persigue según los vientos políticos” y se usa para “eliminar” opositores.

Ayer usó el Nunca Más para empezar a crear un relato que va a necesitar si no logra evitar el default. “Nunca más al endeudamiento”, dijo, y advirtió que todos vamos a tener que “tomar partido”. O estamos a favor de endeudarnos para beneficiar a los prestamistas o estamos del lado del pueblo. Así que ojito con criticar.

Para los únicos que quedó claro que el gobierno de Fernández ya asumió es para los jubilados que ganan más que la mínima, que ya probaron el ajuste. Y también para la gente del campo, a la que ayer Fernández les confirmó que les va a aumentar las retenciones. Por segunda vez en menos de tres meses. Y que encima tuvieron que escuchar que el Presidente les hizo una “oferta generosa”. Según el Presidente, el generoso es él. No ellos, aunque sean ellos, no Fernández, los que van a pagar impuestos extraordinarios incluso si pierden plata.