Con el auto de mamá, nos iremos a chocar

Adrián Simioni

Acostumbrados a vivir de arriba del oxígeno político que les da mamá Cristina y del dinero público para bancar militantes, ñoquis y acomodados, los chicos de La Cámpora -que ya no tienen nada de jóvenes- siguen actuando con la displicencia que solemos adjudicarles a los adolescentes mantenidos por los viejos. Ellos nunca tienen la culpa de nada y a las ollas siempre las tumban los otros.

Ahora están en una caza de brujas para encontrar a los responsables del bombazo electoral del domingo.

Para ellos, el culpable principal es el ministro de Economía, Martín Guzmán. Lo acusan de “no poner más dinero en el bolsillo de la gente”, como si el Gobierno, por sí solo, fuera capaz de poner otra cosa que no sean papelitos inflacionarios en esos bolsillos.

La Cámpora lo dijo a través de uno de sus máximos capos: el ministro de desarrollo social de Axel Kicillof, el “Cuervo” Larroque. Directamente pidió que Alberto Fernández eche a Guzmán.

Es insólito. Porque precisamente La Cámpora y Kicillof, con el poder de Cristina, fueron los que marcaron tanto la agenda económica como sanitaria del gobierno nacional de Alberto Fernández. Y ellos controlan todo el aparato del Estado: medio gabinete, la Provincia de Buenos Aires, la Anses, el Pami, YPF y tantas cosas más.

Además, ellos obligaron a Guzmán a abortar su tímido plan de austeridad. Le obligaron a atrasar aún más las tarifas de los servicios públicos y a subir el gasto electoral mucho más de lo que el ministro había programado. Por eso se descontrolaron el déficit, la emisión y la deuda para cubrirlo y la inflación.

Y fueron también los talibanes de Kicillof los que impulsaron la cuarentena más larga, rígida y dañina del mundo. La comparación con los fanáticos afganos no es caprichosa. En la Kabul caotizada los talibanes autorizaron hace tres semanas que cualquier escuela podía abrir sus puertas si lo quería. Una semana antes que las escuelas bonaerenses.

Pero los eternos adolescentes de La Cámpora -que ya son cuarentones y cincuentones y no tienen nada de imberbes- no se hacen cargo de nada. Acaban de chocar el auto de mamá. Pero le echan la culpa al Tío Alberto.

Una pregunta final: ¿qué dirán otros peronistas, en cuyo nombre se hacen todos estos desastres? ¿queda algo del peronismo más allá de lagunas como el schiarettismo cordobés? Toc-toc: si estás vivo golpeá dos veces, dan ganas de decirles.