El proyecto "K" para bajar la jornada laboral, un delirio con el 40% de informalidad

Adrián Simioni

Kirchneristas de Bergoglio tirando del mantel.

En su fase de retirada, el kircherismo está dispuesto a tirar del mantel de cualquier forma que sea posible. Una forma es proponer utopías buenistas que la Argentina no puede afrontar. Total ellos ya se van.

Un ejemplo es un proyecto de ley que impulsa el diputado del papa Bergoglio, de la bancada kirchnerista, Eduardo Valdés. Propone reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas de duración sin reducir los salarios.

Un poco por simplismo -pero mucho más por falta de escrúpulos- los "fundamentos" de Valdés dan por sentado que la idea es genial porque:

• Los empleados tendrán más tiempo de ocio.

• Mejorará la motivación para trabajar.

• Disminuirán el estrés y otras enfermedades.

• Aumentará el empleo.

• Reducirá la conflictividad laboral.

• Y, frutilla del postre, mejorará la productividad.

Es impresionante cómo los demagogos salen a vender espejitos de colores sin ningún tipo de argumento. 

Es cierto que la humanidad trabaja cada vez menos, desde que el hombre primitivo tenía que estar 24 horas alerta sólo para buscar comida sin descanso. Eso es porque avanzó la productividad.

Gracias a la tecnología, producimos cada vez más en menos tiempo. Pero para eso hace falta inversión. En máquinas, en inteligencia, en infraestructura, en educación. Y luego todo eso tiene que ser combinado por empresarios competitivos en un entorno propicio. 

Por eso la jornada laboral pudo limitarse por ley a 8 horas y en los países más avanzados hay pruebas pilotos para ir reduciéndola cada vez más. Pero resulta que todo eso es precisamente lo que falta en Argentina. 

• Las ideas de Valdés se caen con sólo dos datos: el 40% del empleo está en negro, es decir, la patronal no puede cumplir las leyes laborales que incluyen la jornada de 8 horas.

• El ingreso promedio de los ocupados fue a fines del 2022 de 270 dólares, una miseria mundial.

• Hay dos millones de adultos sanos en edad de trabajar que sobreviven con planes sociales porque son inempleables.

Esa es la productividad argentina. ¿Valdés cree que vive en Suecia?

¿Qué imagina Valdés? Que una empresa que trabaja 24 horas en tres turnos de 8 con 300 empleados va a pasar a trabajar con cuatro turnos de 6 horas con 400 empleados sin que cambie nada, sólo porque aumentará la productividad por "baja de estrés"?

No hay magia, la empresa tendría que pagar un 33% más en sueldos. ¿Qué imagina Valdés? ¿Que el industrial invertirá y arriesgará por deporte y se resignará a no ganar? ¿Que simplemente podrá aumentar un 33% el precio de sus productos? ¿De qué les serviría a los empleados "cobrar lo mismo por menos trabajo", si todo pasa a ser estructuralmente más caro? Lo que ganarían por un lado, lo perderían por el otro.

Los Valdés de este mundo lo saben. Pero los demagogos inescrupulosos son así cuando están por perder el poder. Sólo les importa engañar a la gente con ilusiones buenistas para obligar a la oposición con chances a pagar el costo político de decir la verdad: que no hay magia. Que la productividad se gana. No se decreta.