El vaso medio lleno del caso Mercado, el fiscal Gavier y la Justicia de Córdoba

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Por Adrián Simioni

Otra bomba de profundidad estalló en la política y en las instituciones cordobesas. La detención del subjefe de la Policía de Córdoba, Alejandro Mercado, un comisario, una subcomisaria y un funcionario de la propia Justicia, acusados de hacer la vista gorda o de ser socios de una banda dedicada a la reducción de autos, autopartes y teléfonos robados expone hasta qué punto, hasta qué alturas la Policía puede estar infiltrada por las mafias. La rueda de auxilio que te robaron y el celular que te quitaron en la parada luego de golpearte se vendieron, presuntamente, con venia de la Policía que debía impedir esos delitos. Es un gigantesco vaso que a primera vista está vacío por completo.

Sin embargo, hay acá un vaso medio lleno. En una Argentina como la nuestra la Justicia de Córdoba está pudiendo hacer lo que debe hacer: investigar a los presuntos delincuentes de las cúpulas del poder (rige el principio de inocencia) y eventualmente condenarlos.

Otra vez aparece en escena el fiscal de Delitos Complejos Enrique Gavier, que ya tiene un largo historial de empresarios de la construcción, funcionarios públicos, médicos y sindicalistas que han protagonizado distintas mafias y fraudes. La cúpula entera del servicio penitenciario de Córdoba está en las cárceles en las que hasta hace poco gerenciaban el call center tumbero.

Y hasta ahora nadie pudo o supo tumbarlo. Querer, quisieron. Pero no lo consiguieron. Aparece como un llanero solitario. Pero en una de esas no lo es tanto. Acá hubo otro fiscal, Hugo Almirón, que tiró del hilo cuando llevó a juicio a un desbloqueador de celulares robados y obtuvo el nombre del comisario Cristian Cabrera, que los camaristas de ese juicio dejaron escrito en la sentencia.

Además ya hay gente que se formó en la fiscalía de Gavier y hoy ocupa otras fiscalías. El caso Albareda fue esclarecido por uno de ellos. Gavier tiene al menos una conexión importante con una de las integrantes del Tribunal Superior de Córdoba, una corte suprema que a veces ha parecido jugar al siga-siga, por ejemplo con el fuero laboral y sus industrias del juicio.

Nos queda una pregunta y un dilema. La pregunta: ¿para qué existe un fuero anticorrupción en Córdoba al que rara vez le hemos visto resultados, si un fuero ordinario, con los fiscales y jueces adecuados caza más ratones que los supuestos gastos entrenados para eso?

Y el dilema ¿deberían personas con el perfil de Gavier ser encumbradas al Tribunal Superior o a la jefatura de los fiscales para dar una señal contundente contra la impunidad de la política y los poderosos o es mejor que siga haciendo lo que hace, abriendo camino? ¿Ascenderlo a una posición de liderazgo sería una forma elegante de desactivarlo?

Vaso medio lleno: en Córdoba la Justicia, tal vez por un azar o tal vez por virtud, se mete con los demás poderes e incluso con sus propios funcionarios judiciales. No es para dormirse en los laureles. El vaso medio vacío tiene que llenarse del todo.

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