Esperando a los Reyes Magos

Adrián Simioni

El gobierno ha atado buena parte de su suerte a una fecha mágica: el 7 enero. Poco a poco, el ministro de Economía de hecho de la Argentina, Roberto Feletti, intenta amarrar los precios a congelamientos que nadie sabe si esta vez sí funcionarán.

Empezó con los alimentos y, aunque no sabemos si esos precios rigen o no, Feletti ya quiere extender su éxito a los medicamentos, a la indumentaria y a las telecomunicaciones. Son sectores muy distintos entre sí, pero Feletti les aplica el mismo método: llama a las empresas para “acordar” y después les pasa la lista de precios que a él le gustan para que los pongan hasta el 7 de enero. No hay misterio en eso.

Los misterios giran en torno a la fecha elegida.

Para empezar: si la estabilidad de precios es algo que se pacta en una tarde de reuniones entre Feletti y los gomeros y otra entre Feletti y los criadores de mascotas, y así, no se entiende por qué no le ponemos una fecha más larga a la cosa. Decretemos el fin de la inflación para junio, para diciembre, por qué no para el 2024, ya que estamos.

Otro misterio es ¿qué pasara el día 8? No sabemos si el congelamiento de Feletti es parte de una estrategia, un proyecto, cuyos pasos siguientes están friamente calculados o si es sólo un intento desesperado por frenar la aceleración de la inflación y mostrar que algo se hace antes de las elecciones.

Si el plan existe, sólo lo deben conocer dos o tres funcionarios y Alberto y Cristina. Porque nadie ha escuchado decir nada al respecto.

Por supuesto, mucho menos se sabe en qué podría consistir la política de precios y la estrategia antiinflacionaria a partir del día 8 de enero.

Todo es pura incógnita. Tal vez en el Gabinete tampoco tengan muy claro qué van a hacer. Quién te dice que el 6 de enero pongan en las ventanas sus zapatos, el pastito y el agua para los camellos y el 7, al despertar, encuentren que los Reyes nos dejaron alguna idea.