Hidrovía: por el río Paraná venía navegando una escila y nosotros ni enterados
13/02/2025 | 14:02Redacción Cadena 3
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Ahora país

La escila es un animal mitológico griego. Originalmente era una bella ninfa, que se transformó en monstruo marino. Y algo así quedó expuesto ayer cuando se presentó un solo grupo interesado a la licitación de la Hidrovía del Paraná, por donde salen casi todos los granos argentinos y el gobierno la declaró desierta.
Como la escila –que tenía torso de mujer, cola de pez, varias cabezas, seis perros que siempre estaban naciendo de ella y aullaba- lo que sucedió ayer es indescifrable y mete miedo.
Como la escila, para nosotros es algo lejano. Pero no lo es. La Hidrovía es la infraestructura más estratégica para el comercio del país, en particular para Córdoba y Santa Fe, cuyos productores, al final, son los que pagan la enorme mayoría de los 400 millones de dólares que cuestan los peajes de la Hidrovía y que en los próximos 30 años serán cada vez menos competitivos si el dragado a 34 pies que debe garantizar el concesionario actual no se lleva a 44 para que puedan entrar barcos más grandes que sí llegan a otros exportadores de granos a un menor costo de transporte por toneladas. Si no se hace bien no sólo un sojero de La Carlota o de Reconquista va a pagar un peaje astronómico, sino que transportar cada tonelada le va a costar más caro que a un brasileño. Durante 30 años.
Vamos a lo indescifrable de esta escila
Lo más raro: la única empresa que se presentó –la belga Deme- fue la que había ido a la justicia –sin suerte- a pedir que la licitación se parara porque el trámite no era imparcial. Las otras 11 que habían mostrado interés se bajaron. Incluída la también belga Jan de Nul, que es la que siempre operó la Hidrovía y que ahora, suspendida la licitación, seguirá a cargo de la concesión hasta que se retome el proceso. Encima, cobrará más: Milei tuvo que subir el peaje porque el organismo que armó el kirchnerismo hace unos años para que al peaje no lo cobrara directamente la empresa no pagó y generó una enorme deuda. Cuando no.
También se beneficiaría toda la burocracia estatal y sindical que sigue metida ahí intermediando entre los productores que pagan y la empresa que presta el servicio. Con la licitación, esa intermediación se terminaba.
Otra rareza: el gobierno salió a decir que irá a la Justicia porque, para él, no se presentó nadie porque Deme y tal vez alguien más maniobró para que nadie se presentara. Estaríamos ante un mafioso portentoso. Porque las otras interesadas no son nenes de pecho: casi todas son grupos gigantes –europeos, chinos, estadounidenses- con embajadas y toneladas de capital detrás.
Para enrarecer más las cosas, un día antes de la licitación –un día antes- la Procuraduría de Investigaciones Administrativas se despertó de un largo sueño y salió a advertir “graves irregularidades” el trámite de la licitación. El jefe de la Procuración, Sergio Rodríguez, es un desconocido, pese a que ocupa ese cargo desde que en 2014 Cristina Fernández lo puso en la Procuraduría, acéfala desde 2009, con el voto de la aplastante mayoría de senadores K y el rechazo de la mínima minoría opositora. Rodríguez venía de la Anses, adonde había llegado con Amado Boudou y Diego Bossio.
A todo esto, llama la atención el silencio o el desinterés mostrado por muchos desde antes de que esto sucediera. Parecen no estar ni enterados. Las entidades del agro parece que nunca exigieron poner un par de especialistas en los pliegos donde se corta la pizza que van a tener que pagar o sufrir sus productores. Igual que los gobiernos y legisladores de Santa Fe y Córdoba, cuyos productores agropecuarios son por muy lejos los que ponen la mayor parte de los 400 millones de dólares anuales que factura la Hidrovía, sin que nadie jamás les haya preguntado qué les parece.
Deberían poner todos los reflectores allí. Porque resulta que la escila, amigos, se devoraba a los marineros. Y nosotros deberíamos evitar que la Hidrovía se devore a la gente de campo.