Hola, estanflación

Adrián Simioni

La economía argentina ya tenía casi todos los boletos comprados para el desencanto. Y encima apareció el FMI. Ayer pronosticó que 143 países -casi todos los países del mundo- crecerán menos de lo que se esperaba este año por la guerra, la pandemia y la inflación.

Pero para nuestro país hubo un extra. La directora de Estrategia del FMI, la turca Ceyla Pazarbasioglu, advirtió que en Argentina "la inflación está paralizando la economía". Y consideró urgente "domesticarla". O sea, si no hay un freno rápido a los precios, es posible que nos encontremos con la estanflación, la mezcla de estancamiento con inflación.

El FMI ratifica así algo que ya saben los economistas: al principio la inflación genera la ilusión de una reactivación, básicamente porque todo el mundo sale a cambiar sus pesos en vías de devaluación por cualquier cosa: desde autos de lujo a fideos, según el bolsillo. Aumenta el consumo. Pero después de un tiempo la inflación se come los ingresos. No queda para autos y a veces ni para fideos.

No sólo es una cuestión teórica. Las estadísticas argentinas todavía no registran un estancamiento (la actividad económica creció hasta febrero, el empleo subió hasta diciembre, las importaciones crecieron hasta enero, etc), pero algunos ya huelen la desaceleración.

Hay señas de desabastecimiento para la industria de la construcción, la falta de autos importados y de insumos para los autos locales ya hundió las ventas de coches, el gasoil es más difícil de encontrar o es más caro y ya derivó en 4 días sin actividad en campos, rutas y puertos y a industrias como las de Córdoba ya les avisaron que no van a tener gas aunque no les dijeron ni cuánto ni cuándo les faltará. Difícil producir con esa imprevisibilidad. Son apenas algunos ejemplos. Por encima de todo, la inflación terminó de mochar los ingresos. El salario promedio medido en dólares es el más bajo desde 2003.

Son pésimas noticias para algo crucial: cuando tuvo que defender el acuerdo con el FMI el ministro Martín Guzmán dijo que era el mejor posible porque permitía evitar el caos del default sin abortar el crecimiento de la economía. Bueno, parece que si no frenamos con urgencia la inflación, igual no vamos a crecer.