La campaña del miedo… a dejar de vivir del Estado

Adrián Simioni

¿Qué tienen en común el Conicet, el gobernador radical de Jujuy Gerardo Morales y el kirchnerista de La Rioja Ricardo Quintela, la UTA de Tucumán, la Fundación ProTejer, las universidades nacionales, los actores reunidos en el Festival de Cine, los piqueteros oficialistas y los presuntamente opositores y los sindicatos de los trenes del Gran Buenos Aires?

Tienen dos cosas en común: todos viven de algún modo del Estado, de los impuestos, de la inflación generada por el dinero que el Estado emite sin respaldo para repartirlo entre ellos. Y todos han ido expresando su apoyo a Sergio Massa.

No reparan en vergüenza. Las autoridades del Conicet hicieron algo sin precedentes: se arrogaron el derecho de hablar en nombre de una institución estatal, pública, que se supone que debe ser neutra para decir que si gana Milei será el acabose de la ciencia en Argentina y por eso hay que votar por Massa. 

¿Y los que trabajan en el Conicet, pero piensan de otro modo? ¿Desde cuándo una institución pública tiene opiniones políticas? ¿En qué mesa de qué escuela vota el Conicet? Los fascistas como los titulares del Conicet no reparan en estas cosas. Se apropian del Estado y lo usan para inclinar la cancha en favor de su propio partido. No les importa. Han hecho que el Estado haya dejado de ser público. Lo privatizaron sin llamar a licitación y se lo agarraron para ellos. 

El Ministerio de Industria aparece completamente embanderado en un lienzo que llama a votar por Massa. Las oficinas de la Anses se llenan de afiches con un Massa en modo héroe soviético que, según ellos, ya terminó la grieta. Mentira que terminó la grieta. ¿Qué harían los policías ideológicos que patrullan la Anses si un partidario de Milei quisiera poner un afiche allí? El Estado no es de todos. Es de ellos. De los que lo ordeñan. Más que nunca. Porque olieron el peligro. Los ha unido el miedo. Esa es la verdadera campaña del miedo.

El pánico que tiene toda esta gente a perder sus privilegios, a que al ajuste que está haciendo el sector privado tengan que empezar a hacerlo ellos, los ha abroquelado. Son el Partido del Estado. Y están todos con Massa. Desde los industriales textiles de ProTejer que viven del proteccionismo que temen que Milei desmantele hasta los choferes de la UTA Tucumán que desde ayer llevan los afiches de Massa en sus parabrisas porque sin los subsidios nacionales no podrían cobrar sus sueldos. Es abrumador: con la única excepción de Schiaretti, el resto de los gobernadores oscila entre avisar que si gana Milei no podrá pagar sueldos como Morales y Quintela, el respaldo explícito a Massa o la resbalosa “neutralidad” de los gobernadores radicales.

Esos son apenas ejemplos. Son cientos de miles. Ñoquis, acomodados, beneficiarios de cualquier prebenda, regulación, contrato, subsidio o beca se han lanzado a militar la candidatura de Massa para defender sus alucinantes privilegios, sus sueldos atados automáticamente a la inflación, por ejemplo. Y cacarean la necesidad del “gobierno de unidad” del que habla Massa, que en realidad es el gobierno de unidad de todos los que viven del Estado. Son los que sacan mucho de las góndolas sin poner demasiado en ellas.

En frente está, disperso, con serias dificultades para reconocerse, el partido sin nombre, el partido de la sociedad, el partido de los privados, el partido de los empresarios que tienen que competir, los asalariados que tienen que ser productivos para que sus empleos no desaparezcan, los que pagan impuestos, las víctimas de la inflación. Son los que ponen en las góndolas mucho más de lo que sacan. Ellos tienen que trabajar de verdad. Y a veces los engañan y les hacen creer que ellos también son privilegiados porque Massa les subsidia el tren en el que malviajan durante horas cada día para cobrar salarios miserables limados por la inflación de la que viven los cientos de miles de militantes del Partido del Estado.