La estatización de la alegría

Adrián Simioni

El absurdo decreto de Necesidad y Urgencia firmado por Alberto Fernández tiene un solo objetivo: estatizar la alegría, engordar el ya obeso paternalismo nacional, perpetuar la idea de que alguien nos tiene que dar permiso para festejar. Y, si es posible, capitalizar un triunfo ajeno logrando que a los ídolos de la Selección se les caiga en la Rosada alguna miga de popularidad.

En este país que tiene la mala costumbre fascista de confundir el Estado con la sociedad, que repite el falso mantra de que "el Estado somos todos" -aunque algunos sólo paguen impuestos y otros vivan de ellos- hay margen para firmar cualquier cosa. Los justificativos del DNU no pueden ser más tontos.

Por ejemplo, se dice que "Macri también decretó feriado cuando se reunió el G20 en 2018", como si cualquier estupidez de Macri justificara cualquier estupidez de Fernández. Pero ni siquiera es así: aquella vez se avisó con tiempo y, sobre todo, rigió sólo en Capital Federal, no en la Puna jujeña, adonde el G20 impactó tanto como hoy impacta el bondi del seleccionado en el Obelisco.

Otra justificación es que se decreta el feriado por razones de seguridad y para mantener el orden público. Pero resulta que es al revés. El gobierno no necesita un decreto para realizar un operativo de seguridad en un evento que congregará a cientos de miles de personas. Al revés: el feriado alienta a que se concentre más gente todavía de la que se hubiera concentrado si al presidente no se le hubiera ocurrido estatizar la alegría, una alegría que, por lo demás, ya fue expresada por millones el domingo, en todo el país, sin operativos de seguridad, sin problema alguno y sin ningún decreto absurdo. Porque la alegría es nuestra, no emana de un decreto.