Lo que a nadie le molesta de las fiestitas del Presidente

Adrián Simioni

La constatación de que en plena cuarentena la Quinta de Olivos fue una romería de visitas, fiestas y festejos de cumpleaños ha dado lugar a múltiples críticas.

En las redes son imparables los comentarios -jocosos o no- sobre las presuntas vidas íntimas de funcionarios, parejas y visitantes. Pero eso está fuera de toda discusión. No es cuestión pública quién se acuesta con quien o la notoria tendencia por la que muchos funcionarios casi siempre les llevan 20 o 30 años a sus parejas. Cosas de ellos. Son cuestiones privadísimas.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

La otra crítica es por la hipocresía del presidente, que nos mandaba a todos a dormir con un besito mientras él se ponía el bonete y pelaba el papel picado.

Pero hay un tercer problema que a nadie parece molestar. Y es que el Estado sigue siendo una agencia de acomodados y ñoquis. Eso sí que no cambia.

Sofía Pacchi, una de las tantas supuestas amigas de la primera dama Fabiola Yáñez que visitó unas 60 veces la Quinta de Olivos, ligó un contrato en el Estado. No termina de estar claro para qué. Ni si la contrató primero la Secretaría General de la Presidencia y luego la Jefatura de Gabinete. Ni si ya está en planta permanente o si tiene un contrato que, como es muy usual, luego termina en planta permanente.

Lo cierto es que al menos durante los próximos años todos vamos a pagarle un sueldo a Pacchi para que vaya a los cumpleaños presidenciales. Y, si ya está o si pasa a la planta permantente, y Pacchi alcanza los 80 años que marca la expectativa de vida femenina en la Argentina nos esperan 49 años de pagarle salarios y jubilaciones. Ponele que cobre 100 mil pesos bajo las patas. En 49 años, sin interés y con aguinaldo, son casi 64 millones de pesos.

Es un "choreo hormiga" que está naturalizado. No se escandaliza nadie.

Una de las amigas del grupo, Victoria Tolosa Paz, esposa del mejor amigo del Presidente y candidata a diputada, quiso salir de testigo de que Pacchi trabaja de algo. "He compartido situaciones de trabajo con ella", dijo. "Compartir situaciones de trabajo". Ya ni siquiera les sale decir "trabajé con ella". Es que en realidad, no trabajan. Y la verdad casi siempre se termina notando en el lenguaje cada vez más rebuscado al que tienen que apelar.

Es todo muy edad media. Poco democrático, poco republicano, poco burgués. Hay que bancar de por vida a todos los cortesanos de estos señores feudales sin corona.