Lo único que jamás cambia

Adrián Simioni

Acá puede pasar cualquier cosa. El Estado puede quebrar, podemos entrar en default, nuestros hijos pueden fracasar en la escuela, puede fallar la cosecha o podemos desperdiciar Vaca Muerta.

Hay una sola cosa -una sola- que no puede cambiar: que los intranjeros, los argentinos del interior que vivimos como extranjeros, subsidiemos a los únicos ciudadanos de este país: los habitantes del Amba, de la Capital Federal y el conurbano bonaerense.

El caso del día es Aysa, la empresa estatal que distribuye el agua en el Amba, manejada por Sergio Massa, que empoderó ahí a su esposa.

Finalmente, después de mucho amagar, Aysa va a subir la tarifa del agua en el Amba. Va a ser escalonada. Recién en octubre va a llegar al 32%. O sea que, para fin de año, el subsidio real de Aysa, en lugar de reducirse va a crecer, porque la inflación será el doble.

No sólo eso. Hace más de tres años que no sube la tarifa de Aysa, que es de un promedio de 300 pesos. En mayo de 2019, esa factura equivalía a 1,5 kilos de asado. Hoy, esa factura equivale a apenas a 280 gramos de asado.

Claro, no importa. Total, para que Massa y su esposa puedan seguir regalando el agua y manteniendo un ejército de acomodados y militantes, a la diferencia la ponemos los intranjeros. Para este año, Aysa va a recibir 136 mil millones de pesos. Es una fortuna difícil de imaginar, pero para darnos una idea, anoche en Diputados, después de negociaciones titánicas, se llegó a un acuerdo para subir a 60 mil millones de pesos los subsidios para el transporte colectivo en todo el interior del país.

O sea que para el agua del Amba vamos a gastar mucho más del doble que para los colectivos de todo el interior del país. Porque este país es así: pueden quedarse a pata cada dos por tres millones de intranjeros de todo el interior, pero jamás, nunca, ni se te ocurra, pueden dejar de recibir su agüita clara y sin cargo los únicos ciudadanos de este país unitario. Dios no lo permita jamás.