Milei, del mismo lado de la grieta que Cristina

Adrián Simioni

En cuestión de meses, Argentina tendrá un nuevo gobierno. Bullrich, Milei o Massa. Alguno de ellos será el nuevo presidente. Los dos primeros compiten por ver quién garantiza mejor “terminar con el kirchnerismo”. De ser presidente, tal vez Massa tenga mayor necesidad que los otros dos de pasar a retiro a Cristina Fernández y Máximo Kirchner.

Si desapareciera el kirchnerismo ¿desaparecerá la grieta? Hay indicios de que no. Primero, porque las ideologías no se borran así nomás. Y en Argentina seguirá existiendo este foso profundo que divide a los esclavos que sostienen el Estado de la casta que vive del Estado, que es la base estructural de nuestro conflicto interminable.

Pero, además, porque hay cuestiones de estilo, de modos de ejercicio del poder, que parecen estar grabadas a fuego. El caso más claro por lejos es el de Milei, justo el que, se supone, lidera las encuestas. Miren todo lo que pasó en las últimas horas:

Primero, se profundizó la disputa entre Milei y la Iglesia. Los curas villeros lo trataron de loco, él dijo que Bergoglio está del lado de las dictaduras sangrientas y comunistas como la cubana y ahora un cardenal dice que, por eso, el Papa no vendría a la Argentina. Recuerda el enfrentamiento que tenían los Kirchner con Bergoglio antes de que fuera Papa, cuando lo acusaban de haber hecho la vista gorda con el secuestro y desaparición de jesuitas en la dictadura.

Segundo, el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, acaba de decirle al diario español El País que, para él, un proyecto de dolarización que consista en eliminar el peso –lo que propone Milei- sería inconstitucional porque violaría el artículo 19 de la Constitucional. O sea: si Milei es presidente y quiere hacer lo que promete en campaña, tenemos tal vez un conflicto de poderes enfrente. Cualquier parecido con la pelea de Cristina Fernández contra la Corte Suprema, mera casualidad.

Tercero, la actitud de Milei contra los medios y, sobre todo, los periodistas, es complicada. Considera que todos los periodistas son unos corruptos. Y ahora acaba de protagonizar un incidente con el periodista Diego Sehinkman, que lo acusó de haber querido cancelar invitados al programa Una vuelta más y que, como el programa se negó a bajar a los otros invitados, Milei decidió no participar. Milei lo admitió: “Cooooorrecto”, puso en un tuit. Dijo que tenía que tomar recaudos como ese ante “las sistemáticas emboscadas” que le hacen en programas “que operan a favor de Juntos por el Kargo”.

La confianza de Milei en los medios se va pareciendo demasiado a la de Cristina Fernández. ¿Un Milei presidente también gobernaría a cadenazos nacionales? ¿Cómo se puede ser liberal y al mismo tiempo querer censurar la participación de personas en un medio?

Milei todavía ni siquiera pasó la primera vuelta y ya está peleándose con Bergoglio, la Corte Suprema y el periodismo independiente. Lo único que le falta es despreciar uno de estos días al campo y tenemos cartón completo: será igual al kirchnerismo modelo 2008 en adelante. Estará proponiendo ideas distintas, tal vez, pero estará parado del mismo lado de la grieta.