Ni botines ni alfajores: saluden a la argentinidad que se va

Adrián Simioni

Está parada una parte de la economía por la falta de insumos. Todos los días se conocen nuevos casos. Pero el desabastecimiento ya está llegando a objetos que están en el altar mayor de la Patria.

Por ejemplo, faltan botines de fútbol. Sobre todo con tapones. Faltan marcas, faltan talles, faltan colores. Si hay, son carísimos. Lo contó hoy Fernando Barrionuevo en Siempre Juntos.

Está afectado hasta algo tan nacional y popular como los alfajores: faltan insumos para el packaging, justo ahora que empieza el Mundial del Alfajor. Elisa Zamora contó el caso del empresario salteño Daniel Morales, cuyos proveedores se quedaron sin papel de aluminio ni tinta en febrero, por lo que él ya no puede envolver con su marca sus alfajores.

No es para menos. 1.400 millones de dólares frenó el Banco Central en importaciones, sólo en junio.

Descontando las importaciones de energía -a cargo de empresas estatales a las que el Central les da todos los dólares que piden- se importaron bienes por 8.000 millones, pero el BCRA sólo les dio a los importadores 6.500 millones. El resto, más de 1.400 millones, las empresas los consiguieron endeudándose con el exterior o liquidando dólares propios. Obviamente sólo hacen eso si es algo totalmente imprescindible.

El hecho demuestra una vez más que "vivir con lo nuestro" es imposible, aunque medio país sigue considerando que esa es una idea genial porque así hay empleo y producción nacional, entre otras cosas.

En realidad, "vivir con lo nuestro" ya era una mala idea hace 70 años, porque, en lugar de especializarse en cosas en las que podría ser buena, Argentina se dedicó a hacer de todo y casi todo malo y caro. El daño fue doble: el país le quitó recursos a los sectores competitivos capaces de exportar y traer dólares, con lo cual les impidió desarrollarse, para subsidiar a sectores no competitivos, que son un lastre.

Pero hoy esa idea, es proteccionismo extremo, es, además de mala, inviable. Porque ya nada se puede hacer dentro de un solo país en este mundo globalizado. Ni siquiera botines. Aunque tal vez Argentina sea uno de los países con mayor consumo de botines per cápita, la mayoría de los botines se importan. Y los pocos que se fabrican acá llevan suelas y plásticos importados. 

Hasta para producir alfajores -corazón sentimental del estómago nacional- es necesario importar algo que no se hace acá porque alguien más lo hace mejor y más barato en algún otro lugar del mundo. Algún día tendremos que asumir que no podemos hacer de todo y casi todo mal. Que tenemos que centrarnos en las cosas que sabemos hacer y podemos exportar, para no quedarnos sin dólares. Para con esos dólares comprar las cosas que los demás saben hacer mejor y más barato que nosotros.