Perdió Capitanich: uno menos para Llaryora y los recicladores de peronistas

Adrián Simioni

La derrota de Jorge Capitanich en el Chaco estalló como una bomba de profundidad en el peronismo K. Ni un tuit. Cristina, Alberto y Sergio se escondieron varios metros más en sus cuevas. No es para menos. Es el sexto aparato provincial que cede la maquinaria clientelar peronista. A este paso, el año que viene el peronismo tendrá la menor cantidad de gobernaciones desde que surgió: 11, una menos que en 1983. Pero encima, en 1983 la adhesión de los gobernadores al PJ era monolítica. Hoy muchos son aliados o apenas reconocen un remoto origen peronista.

La principal consecuencia es que, para algunos, la derrota chaqueña es una piedra más en la tumba del kirchnerismo. Lo dijo esta mañana el único que se refirió al tema: el gobernador riojano Ricardo Quintela en estas declaraciones que nos aportó nuestro corresponsal Eduardo German: “El kirchnerismo no existe, lo dice la misma Cristina Fernández, hoy es simplemente un espacio más, simplemente lo que hay es peronismo conducido por ella y por Alberto Fernández”.

El segundo impacto es en la reconversión política del PJ. ¿Seguirá siendo el PJ el partido de la inflación, del estatismo, el partido que castiga al sector privado y la producción, el partido de los subsidiados, que es en lo que terminó de convertirlo Cristina Fernández? Todas las teorías progres que el kirchnerismo inyectó en el Justicialismo se han suicidado desde lo alto del fracaso inflacionario, desde esa fábrica incesante de pobres y de exclusión. Necesitará un libreto nuevo.

Lo más concreto: la eyección de Capitanich implica que hay uno menos en la disputa por el liderazgo peronista. Muchos miran a Martín Llaryora, empezando por su mentor, Juan Schiaretti, que el viernes les dijo a intendentes del palo: “En el peronismo nacional que viene, Martín va a ser el protagonista de la renovación de nuestro partido, que hace 20 años fue colonizado por el kirchnerismo”.

¿Es posible? Sin Capitanich –y a menos que Massa gane las presidenciales- la competencia para Llaryora sería limitada. Si Axel Kicillof retiene Buenos Aires, sería un gobernador más poderoso. Pero Kicillof, justamente, firmó como autor el manual de las cristinomics, es el rostro del fracaso, de las teorías suicidadas. ¿Quiénes quedan? ¿Gildo Insfrán? Hoy ya tiene 72 años. ¿Quintela? Es de los gobernadores del norte, representan lo peor del populismo fracasado que hay que abandonar. ¿El santiagueño Gerardo Zamora? Es radical.

Visto así, si Massa pierde su carrera presidencial, Llaryora tiene ya muchos boletos comprados para liderar el futuro PJ. Y todavía no empezó.

Sólo tendrá un obstáculo histórico: la maldición tutankamónica que dice que jamás un peronista o un radical de Centralia (la franja central del país) han podido ser líderes de sus partidos nacionales por más que les fuera muy bien a ellos y a todos los demás muy mal y mucho menos han podido ser elegidos intendentes. Pero claro, la tentación es grande y los restos del PJ están vacantes.