Postales decadentes del imperio estadounidense
30/01/2025 | 14:22Redacción Cadena 3

En 1986 salió una película que tuvo enorme impacto sobre la forma en que se veía a los Estados Unidos: La decadencia del imperio americano. Desde entonces, hace 40 años, la mitad del mundo que tiene alto nivel de odio antiestadounidense en sangre espera ver la caída de ese imperio. Y en estas dos semanas ese entusiasmo ha escalado. Es que pocas veces hemos visto tantas postales juntas que exhiben el cansancio, tal vez la vejez de la superpotencia. Dicho sea de paso, pésimas primeras dos semanas para Donald Trump.
Una postal es la de esta madrugada, cuando un avión de un emblema estadounidense como American Airlines chocó en el aire con otro emblema: un helicóptero militar Black Hawk, famosos desde que tuvieron su gran bautismo en la primera guerra televisada de la historia, la Primera Guerra del Golfo en 1990. Es escenario del choque no podía ser más simbólico: el río Potomac, que bordea el corazón de Washinton DC, la capital del imperio. Había salido del Aeropuerto Nacional Reagan, que está sólo 8 kilómetros de la Casa Blanca del Pentágono, la misma distancia que hay entre la Casa Rosada y Aeroparque. Si se traza un cuadrado de unos 10 km de lado desde donde quedaron los restos del avión, dentro de ese cuadrado quedan desde el FMI hasta las embajadas de Rusia y China; desde el Congreso Estadounidense hasta el mausoleo Lincoln, donde Martin Luther King contó el emocionante sueño que tenía; desde el famoso cuartel Langley de la CIA y la sede del FBI hasta el cementerio de Arlington. Una catástrofe en el corazón de la superpotencia. El único avión de semejante envergadura que se había estrellado antes en la zona fue el que en 2011 fue el que tres terroristas estamparon contra una pared del Pentágono masacrando a 125 personas mientras otras dos naves se incrustaban en las torres gemelas.
Otra postal de la semana es lo que percibimos como un cachetazo que China le pegó a la superioridad tecnológica que Estados Unidos se acostumbró a dar por sentada. La china DeepSeek aseguró que puede conquistar la Inteligencia Artificial por una treintava parte de lo que le cuesta a las empresas estadounidenses. Y al otro día desató en Wall Street la mayor pérdida de valor bursátil de la historia.
Mientras, Trump inaugura su segundo mandato firmando un decreto para agrandar el muro antiimigración con México y repatriando en vuelos a inmigrantes ilegales en conflicto con la ley. Para placer de quienes consideran que son manotazos de ahogados iguales a los que intentaba el Imperio Romano contra las invenciones bárbaras antes de colapsar. Y el presidente también se apresta a elevar aranceles contra importaciones que restarán competitividad a su país. Distintas formas de aislamiento.
En el horizonte está Ucrania, guerra que Trump quiere terminar a riesgo de que parezca una derrota ante la Rusia del zar Putin y la China del emperador Xi Jinping. La alternativa es el riesgo de quedar empantado muchos años más en un conflicto caro e incierto.
Hubo una postal más, hace un rato. La Reserva Federal acaba hoy de mantener igual la tasa de interés pese a la presión de Trump para bajarlas y calentar la economía. Pese a eso, en el mercado las tasas de largo plazo subieron. Y esa es la verdadera espada de Damocles para el país más endeudado del mundo. Si las tasas comienzan a escalar, la cuenta será impagable. Por eso muchos se preguntan si los prestamistas seguirán prestando si, además, llegan a percibir que Roma está dejando de ser Roma. Al fin y al cabo la confianza está basada en el prestigio y el poder que le adjudicamos a alguien para que pueda cumplir sus promesas.