Un presidente tocado y casi hundido en el medio del río

Por Adrián Simioni

Este es, sin duda, el peor momento de Milei hasta ahora. Se plantea la posibilidad de que el presidente haya cometido un delito o que haya sido engañado, lo que deja pocas alternativas para explicar su situación.

Consideremos la hipótesis más benévola: que Milei no sabía lo que sucedía. Sin embargo, esto conlleva graves consecuencias para su credibilidad. Si se acepta que fue engañado, se transforma en un político ingenuo, lo que resulta en un golpe devastador para su imagen. La comparación que hace es contundente: Milei se convierte en un inversor crédulo que cae en promesas irrealizables de retornos exorbitantes, lo que lo coloca en una categoría de desprestigio. 

El impacto en su estilo y su identidad política es igualmente significativo. Milei acaba de descubrir que las redes sociales no son un espacio para actuar de manera desenfrenada y que su estilo agresivo y desmedido no le resulta efectivo en esta nueva etapa. La pregunta que muchos se hacen es cómo va a cambiar su discurso y su manera de interactuar, dado que su estilo anterior le había funcionado hasta ahora. 

La situación se complica aún más con la inminente llegada de 112 denuncias penales y la posibilidad de un juicio político. La ironía está en que aquellos que ahora buscan perjudicar a Milei son, en muchos casos, los responsables de la mayor estafa financiera en la historia argentina, lo que añade un nivel de contradicción a la situación. Esto genera un escenario en el que la oposición se siente revitalizada y lista para atacar.

Con una credibilidad disminuida y su estilo de comunicación severamente limitado, Milei enfrenta una agenda monumental que no ha cambiado. Los desafíos de salir del cepo, derrotar la inflación y mantener un superávit fiscal siguen ahí, pero ahora con un contexto político adverso. 

Los inversores y consumidores, que observan atentamente la capacidad de Milei para sortear estos obstáculos, ven cómo su frágil canoa acaba de recibir un golpe que él mismo provocó, lo que podría tener repercusiones devastadoras no solo para su mandato, sino para todo lo que ha intentado construir hasta ahora.

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