Una CGT irrelevante, Pullaro y el país que se degrada de oeste a este

Adrián Simioni

Es un buen día para hablar de la irrelevancia creciente de la CGT y la corporación sindical argentina. Porque este paro muestra que la CGT desaparece como interlocutor político confiable: en efecto, el gobierno cedió en su reforma laboral enana cualquiera de las ideas que iban en contra de las bases financieras y de poder de la CGT, como las cuotas sindicales o el increíble derecho sindical a bloquear empresas. Pero, pese a ese pacto, los supuestos dialoguistas de la CGT largaron el paro igual. Cualquiera los corre por izquierda. No conducen nada. Han dejado de ser capaces de cumplir un acuerdo.

Además, la corporación sindical carece de plan alguno. Paran contra el Impuesto a los Ingresos, el impuesto más progresista que existe. Insólito en una central obrera. Paran contra una reforma del Estado para que no haya que seguir emitiendo al elefante blanco y generando inflación, que es la peor plaga contra los salarios de los afiliados a los sindicatos. Más insólito aún: sindicatos que favorecen la inflación. O sea: la CGT está en huelga para que todo siga igual, para perpetuar el modelo que nos trajo al salario miserable y al empleo en negro.

Pero hay otra cosa más insólita aún. El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, decidió restringir la circulación de camiones cargados con granos en esa provincia. El argumento es desopilante: es para evitar conflictos con los piquetes sindicales de los puertos y cerealeros. Es por demás extravagante. Alguien debería avisarle a Pullaro que la función del Estado es garantizar que sus ciudadanos puedan ejercer sus derechos, en este caso a trabajar y comerciar, pese a la violencia de los matones. En cualquier momento Pullaro les da franco los viernes a la noche a los policías de Rosario para “evitar conflictos” con los narcos y dealers puedan traficar tranquilo en el momento más rentable de la semana.

Cuánta confusión. Cuánta inversión de roles.

El país parece degradarse de oeste a este. Porque, mientras esto pasa en Santa Fe, en Mendoza, el presentismo docente fue, según los datos oficiales, superior al 98%. Nadie sabe cómo lo lograron. Pero Pullaro debería irse a Mendoza, a ver si Alfredo Cornejo le da un par de consejos útiles sobre el rol del Estado y el ejercicio de los derechos ciudadanos.