Una nueva: el capitalismo a dedo

Adrián Simioni

La Argentina, el país extravagante, no deja pasar un solo día sin innovar. Ahora avanza, rauda, hacia el capitalismo a dedo. Es la fase superior del capitalismo de amigos. No se trata ya de darle a un amigo la concesión de un servicio eléctrico o de amenazar con llevar a la quiebra a la petrolera más grande del país si no le dan un paquete accionario a otro amigo.

Ahora directamente se trata de elegir a dedo, entre un amplio grupo de empresas iguales entre sí, a la que se beneficiará del dinero o las políticas públicas.

El caso más calentito es el del plan MiCompu, que acaba de largar la Anses para que los jubilados compren compus, tablets y otros instrumentos con créditos subsidiados de Anses. Acá las arbitrariedades se acumulan en capas, pero que en Argentina ya tomamos como normales. ¿Por qué subsidiar con plata pública a jubilados y no al resto de los argentinos de este país sin crédito? ¿Por qué subsidiar sólo compus, beneficiando sólo a los fabricantes de esos bienes, y no otras cosas que los jubilados también podrían necesitar?

Pero acá ahora hay un dedazo peor. El subsidio con plata pública no es para comprar cualquier compu, cualquier tablet, etc. Es para comprar las compus y las tablets que fabrica una empresa en particular. Al menos por ahora es así. Es la empresa EXO. Si entrás ahora al sitio del Banco Nación, los únicos bienes a financiar son los de esa empresa.

En las últimas semanas se da otro caso flagrante. Cuando el gobierno impuso el cepo a la exportación de carne generó un gran problema. ¿Cómo pueden competir entre sí los frigoríficos exportadores si sólo se puede exportar, por ejemplo, el 70% de lo que se exportó el año pasado. ¿Qué solución se encontró? El dedazo. La cuota se repartió proporcionalmente según lo que los mismos frigoríficos habían exportado el año pasado. Pero eso elimina toda competencia. Primero, deja de tener sentido que un frigorífico intente ser mejor que el otro. Sus ventas ya están fijadas. No puede mejorar ni puede empeorar. Segundo -y peor- impide que un nuevo frigorífico comience a exportar.

Pero, además, les asegura a los frigoríficos una mayor ganancia por tonelada exportada. En efecto, el cupo tiene el efecto de bajar el precio interno. Pero en el mundo los precios han subido, lo cual además es obvio si la Argentina exporta menos. Es decir que los frigoríficos están en condiciones de embolsar un margen por tonelada mayor mientras que los criadores y los engordadores sufren la caída interna de los precios.

Son apenas otros ejemplos del capitalismo a dedo. Una nueva innovación de la Argentina, el país extravagante.