La presencia de los barbijos, ese adminículo que hasta hace siete meses nos era completamente ajeno, está llamada más notoria que nunca en Córdoba. Es el único lugar del país donde hay tres grandes razones para usarlos y para verlos por todas partes.
Una, por supuesto, es el coronavirus. Con 1.145 casos ayer, Córdoba empieza a ser ya uno de los lugares centrales de la mancha venenosa del Covid-19 en el país. Tiene más casos diarios que la Capital Federal y, se miden nuevos casos por habitante, ya no está tan lejos de la provincia de Buenos Aires. Así que a cuidarse, a usar barbijo, a mantener la distancia, a lavarse las manos. Ahora más que nunca.
La otra razón para abalanzarnos sobre los barbijos, es el humo. Una segunda ola de incendios nos envuelve otra vez en esta ceniza de tristezas inconmensurable, se puede sentir tan cerca la pena de los árboles, de los animales, de las familias bajo riesgo de perderlo todo. Necesitamos un barbijo para no contaminarnos esta impotencia de saber que el agobio de tantos bomberos exhaustos, de tanta gente llevando agua en baldes, es una gota en el calor sofocante hasta que no llueva de una buena vez.
Y la otra razón por la que muchos van a ver barbijos en Córdoba, al menos en forma figurada, es por los recaudadores de impuestos, que tal vez aparezcan con los mentones cubiertos, porque para algunos cordobeses pagar impuestos se va a parecer más que nunca a un asalto, si se aprueba el nuevo impuesto llamado “a los ricos”, que encara su meta final en el Congreso.
Una idea pésima…
Hay muchas razones para criticar al impuesto, por el que la Afip se va a quedar, como mínimo, con el 2% de cualquier patrimonio mayor a 200 millones de pesos.
La primera, es que va a gravar por cuarta vez los mismos bienes, y se supone que en Argentina es inconstitucional incluso gravarlo dos veces. Un inmueble que caiga en la volteada, por ejemplo, va a pagar tasas municipales que no son tasas sino impuestos, va a tributar el inmobiliario provincial, va a pagar el impuesto a los bienes personales y, ahora, el flamante impuesto a la riqueza. Que prometen que va a ser por única vez.
Otra razón es que la Afip va a obligar al dueño de esos bienes a pagar por su activo, sin ver si tiene pasivos. Por ejemplo, si alguien tiene un patrimonio de 200 millones va a pagar sobre ese monto, aunque haya tomado créditos para la compra y aun esté debiendo buena parte de la propiedad.
Otra crítica: que no se distingue entre bienes destinados al consumo y bienes destinados a la producción. Una cosa es que yo me compre un velero de lujo para navegar yo y otra cosa es que compre 10 veleros para poner en marcha una empresa turística de alquiler de veleros en Mar del Plata.
Imagínense lo que pasa con un contratista rural que invirtió en una cosechadora, una sembradora directa, tractores y el resto de los implementos agrícolas que necesita y que tiene además 50 hectáreas de campo. O con una cadena de comercios cuyo dueño es propietario de los locales en los que desarrolla su actividad. Lo mismo puede pasar con una industria. Con poco se supera los 200 millones.
…para un país quebrado
El castigo a la actividad empresaria y a la inversión no para jamás en el país que acaba de sufrir la peor caída de la historia en su Producto Interno Bruto. Y que hace 10 años que no crece. Es otro tiro en el pie para el fracaso argentino.
Otra crítica es que no importa si ganás o perdés plata con esos bienes. Igual pagás.
Las críticas son infinitas pero, por supuesto, la vociferación de los demagogos que lo bautizan “impuesto a los ricos” acalla el debate. ¿Qué legislador va a hacer campaña contra algo que han llamado “impuesto a la riqueza”?
Córdoba, de las más perjudicadas
¿Por qué el impuesto puede ser especialmente grave para Córdoba?
Bueno, primero, porque la llamada “riqueza” de este tipo está localizada en Córdoba y las demás provincias centrales. O sea, pagarán las mismas regiones de siempre. No importa el impuesto, Córdoba siempre debe oponerse porque es de las provincias donde los impuestos se cobran y no donde se reparten.
Segundo, porque Córdoba va a pagar un impuesto sobre un capital enorme, que es el de sus tierras. Pero las tierras en Argentina tienen una característica: valen fortunas, son capitales enormes inmovilizados allí pero que son prácticamente teóricos. Su renta es bajísima. En primer lugar porque ya se la lleva el Estado a través de las retenciones a las exportaciones de granos y el resto de los impuestos.
Y tercero, y acá la cosa es bien puntual, porque Córdoba, junto a la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires fueron los únicos distritos que, como consecuencia del consenso fiscal de 2017, aumentaron la valuación fiscal de sus inmuebles rurales y urbanos. En cambio, el resto de las provincias no lo hicieron. Se supone que para definir el valor de los inmuebles sobre el que se aplicará el impuesto a la riqueza se van a tomar esas valuaciones fiscales. Va a haber muchos casos en que un cordobés con 200 hectáreas en el límite con Santa Fe será un “rico” y va a tener que ceder el 2% de su patrimonio, o sea 4 hectáreas o su equivalente, incluso si perdió plata, mientras su vecino santafesino, también con 200 hectáreas, no tendrá que pagar nada.
Con voto schiarettista
Pese a esto, todo indica que los diputados schiarettistas de Córdoba Federal van a votar a favor de este impuesto. Así se lo señaló hoy el diputado Carlos Gutiérrez a La Voz del Interior.
El gobernador Juan Schiaretti ya gastó buena parte de su autonomía al no acompañar al kirchnerismo en su primer intento por copar la Justicia y al no avalar el manotazo de fondos de la Ciudad de Buenos Aires para regalárselos a la Provincia de Buenos Aires. Y Córdoba depende de giros de la Nación para poder pagar jubilaciones y otras cuestiones. No da para más.
