Potrero del mundo: Julián Álvarez, los goles de Calchín que se gritan en Doha

Córdoba se encuentra a 13.767 km de Doha, la ciudad donde se erige el Estadio 974, donde este miércoles Argentina selló la clasificación a octavos de final del Mundial con tonada cordobesa.

Sin embargo, el viaje de Cadena 3 hacia Qatar comenzó mucho más cerca, más específicamente a 115.3 km de la ciudad de Córdoba, en la pequeña localidad de Calchín.

“Bienvenidos a Calchín, la tierra de Julián Álvarez”, se lee en un cartel que invita a entrar a un lugar que no podría estar más identificado con su jugador insignia.

A pesar de que ahora esté anotando goles del otro lado del mundo, los rastros de Julián no fueron borrados en su lugar de origen, en donde sus maestras de escuela todavía lo recuerdan como un chico estudioso, sociable, al que le gustaba, más que nada, jugar al fútbol.

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En el pueblo, a solo 30 metros de la casa de los Álvarez se erige el Club Atlético Calchín, en donde se forjaron los sueños de gol que luego haría realidad en River, en Manchester y, ahora, en Qatar.

En la cancha del club, teñida de los colores que también representan al equipo de Núñez, Rafa Varas, el primer entrenador de Julián, recuerda verlo entrar por primera vez cuando apenas tenía dos años. 

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Señala a su papá como el gran responsable de mantener el sueño vivo, incluso a costo de otras cosas, como sucede tantas veces en la historia del fútbol en Argentina. “No tenían para comer y venían a la cancha”, cuenta el entrenador.

Julián mostraba su profesionalismo incluso antes de llegar a serlo: “Era el primero en salir a entrenar los días de semana”, recuerdan quienes lo vieron crecer, tanto como persona como jugador. 

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En Calchín, el delantero de Argentina encontró sus primeros “hinchas” entre los árbitros que dirigían los partidos los fines de semana, que cada vez que llegaban al pueblo preguntaban: “¿Hoy juega la arañita?”.

Ante la pregunta de Mauricio Coccolo por el apodo “araña”, su abuela cuenta que se remonta a cuando los tres hermanos Álvarez jugaban en la cancha de tierra, y era prácticamente imposible sacarle la pelota al menor, “la arañita''''. 

Así, hoy Julián festeja los goles con un saludo mundialmente conocido que viene, en realidad, del potrero en donde aprendió junto a sus hermanos a patear sus primeras pelotas.

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Como representante de una localidad identificada a más no poder con su delegado en la Selección argentina, el intendente Claudio Gorgerino mostró a Cadena 3 con orgullo los trofeos “julianistas” de su colección. Lejos de ser copas, camisetas, fotos y frases en el escritorio del mandatario recuerdan la humanidad de un jugador que hoy anota sus goles en el que es, posiblemente, el mejor equipo del mundo.

Julián Álvarez, que algún día declaró ante las cámaras que soñaba con compartir equipo con Lionel Messi y jugar un Mundial, es hoy a quien los chicos de Calchín, y de toda la Argentina, miran cuando sueñan. Julián es la prueba de que nada es imposible.

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