Claves para manejar la angustia entre padres e hijos

La psicóloga y psicopedagoga Alejandra Libenson (M.N. 41.861) habló con Cadena 3 sobre los sentimientos que genera el aislamiento y los lazos familiares entre padres e hijos.

Según la especialista, esta situación “nos interpela y genera cosas” entre ellas la angustia que se manifiesta diferente en cada ser humano y tiene distintos motivos para cada uno.

“Uno no elige angustiarse o no, no es una decisión voluntaria, sino todos seríamos muy felices todo el tiempo”, explicó y agregó: “Capaz tus prioridades son vinculares, las mías económicas y no hay una clase de mala angustia o de buena angustia”.

En este contexto y consultada sobre cómo se puede ayudar a los más chicos del núcleo familiar, sostuvo que lo fundamental es “la disponibilidad y estar atento”.

“No es tanto estar encima de los chicos invadiendo espacios y preguntando todo el tiempo, sino con una pregunta que abre: ¿Necesitas algo? ¿Precisas algo? ¿Cómo estas hoy?”, señaló.

“Uno puede ser un interrogador serial y los chicos tienden a cerrarse, pero si uno se pone en un vínculo empático, el rol de padres en este momento es acompañar”, subrayó.

Frente a este escenario, la psicóloga indicó que “si ese papá está angustiado, es probable que esa angustia se transmita a los chicos”.

“Imagínate un niño menor de edad estar pensado todo el tiempo cuántos muertos o infectados hay. Eso significa que hay un nivel de información, de infodemia que excede límites en el entorno familiar y los chicos asumen otros roles y adquieren cierta adultez”, ejemplificó.

Hay que cuidar la angustia de los adultos para acompañar a los niños lo más fortalecidos posibles

El antídoto ante esta situación es crear “un espacio de pregunta: ¿qué tengo que ver con lo que pasa?; ¿qué depende de mí?; ¿qué siento? Y de este modo estar con otro que escuche”, sugirió.

Para la psicóloga es necesario hablar de un lugar empático de poder ponerse en el lugar del otro y no en el lugar de juzgador.

“Los profesionales de la salud tratamos de acompañar mucho porque la población necesita una escucha desde un lugar empático y amoroso y no de crítica con lo que uno siente y vive porque nadie eligió esto y todos estamos iguales”, manifestó.

Por último, sobre las incertidumbres hacia el futuro indicó que hay una “sensación de atemporalidad permanente”.

Todos tenemos que trabajar sobre nuestra propia impulsividad

“Esto de quedarse quieto es también una decisión, no hay que ponerse en un lugar infantil de desafío de autoridad”, objetó y dijo que esto les cuesta más a las personas “que no están acostumbradas a que les digan lo que hay que hacer, que van por la vida arrasando con el deseo del otro, a los que cometen violencia de género y creen que el otro es objeto de pertenencia"; mientras que "a las personas neuróticas normales, el demorar el deseo, la tolerancia a la frustración y saber que no se puede salir a la calle les cuesta menos, pero es un laburo”, concluyó.