Verseros escondidos detrás de una bolsa de harina

Adrián Simioni

Los chilenos son consumidores voraces de pan. Más que los argentinos, según las estadísticas.

Y allí también, como en Argentina, hay preocupación por el impacto de la guerra en Ucrania en el precio del pan.

El golpe ya se sintió. Chile produce, exporta e importa trigos y harinas. En términos netos, importa. Así que la suba mundial del trigo le pega de lleno. Entre enero y abril el pan aumentó 45%.

En Argentina el impacto fue menor. Según Indec subió 41%. Tal vez porque acá hay cupos para el trigo: sólo se puede exportar lo que sobra después de garantizar el abasto interno.

Ahora, en Chile a nadie se le ocurre decir que la inflación, que también sube, es culpa del aumento mundial del trigo. Que es lo que están haciendo en Argentina el kirchnerismo y el albertismo: hace dos semanas que sólo hablan de cuánto hay que subir las retenciones al trigo para "desacoplar" los precios internacionales de la harina del precio interno. Como si con eso fueran a resolver el descalabro inflacionario. Eso es falso.

De hecho, en Chile, donde el pan y las harinas en general aumentaron más que en Argentina, la inflación general de todos los precios en los primeros 4 meses del año acumuló 4,8%, mientras en Argentina fue 5 veces esa cifra: 23,1%.

No se me ocurre otra prueba más contudente para mostrar que el gobierno K miente y trata de desviar la atención, engañando a la gente, cuando pretende ignorar la explosión generalizada de todos los precios del país con la excusa del precio del trigo y dos cosas más. Es verso.

Lo peor es que los "remedios" que proponen -como subir la retención al trigo- también son falsos.

De hecho, en Chile ni siquiera al gobierno del izquierdista Gabriel Boric se le ocurren las extravagancias que se le ocurren al gobierno argentino mientras sigue emitiendo pesos a lo pavote. Escuchemos al ministro de Economía de Boric, el también muy izquierdista Nicolás Grau, que cuenta cuáles son las dos principales cosas que hacen en Chile para controlar la inflación:

Intervenciones muy puntuales y controladas, bajas de impuestos y, sobre todo, prudencia fiscal, que no se desboque el gasto.

No es Ronald Reagan ni Margaret Thatcher. Grau es un político izquierdista de 39 años de edad. No hay nadie en el gobierno argentino con la honestidad de admitir algo tan simple como lo que él dice. Sólo al progresismo argentino se le ocurre huir de su responsabilidad tratando de esconderse detrás de una bolsa de harina. Les aviso que están haciendo el ridículo: los estamos viendo y ya les cantamos piedra libre.