Por Yeny Ortega Benavides.
Facundo Tochi recuerda como si fuera ayer el primer día que llegó a Sibaris. “Yo venía de Francia y estaba buscando establecerme en Córdoba, el lugar donde nací y donde están mi familia y mi pareja”, cuenta a Descubrí Sabores.
“Antes de irme había tenido una entrevista con los dueños del hotel (Windsor). Les dije que estaba próximo a viajar, pero que al volver me gustaría hacer parte del equipo. Cuando volví, les llevé nuevamente el currículum y me convocaron”, relata con su ya característica sonrisa inocente.
De inmediato, comenzó a trabajar. En el equipo ya estaba Roal Zuzuluch, uno de sus maestros y referentes gastronómicos.
“Nos conocimos acá. No sé cuántas veces el equipo ya se ha renovado, pero nosotros siempre hemos estado juntos”, destaca.
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Todos esos miembros que han pasado por el staff a lo largo de estos años están esta noche en la cocina. Facundo los invitó como se invita a los amigos a un cumpleañitos.
La vida de un chef va a contramano del mundo: descansan cuando todos estamos activos, trabajan cuando nosotros descansamos, nuestro espacio de ocio es su lugar de servicio y, cuando festejan, no son los que están sentados recibiendo atenciones, son quienes las ofrecen.
Es por eso que, esta noche, Facundo celebra una década en el lugar que lo ha visto crecer, como persona y como profesional, pero su forma de festejar es haciendo lo que mejor sabe: cocinar para la gente.
“Elegir esta profesión es elegir el servicio. Me gusta eso: que la gente venga y mimarlos. Es el mejor regalo para mí”, asegura.
Elegir esta profesión es elegir el servicio
Los 10 años de este joven y talentosísimo chef en Sibaris son una elección constante y de doble vía: Facundo elige a Sibaris, pero Sibaris sigue eligiendo a Facundo.
“Lo más importante es trabajar junto a buenas personas. Lo demás se puede ir resolviendo. Acá hay buenas personas, gente de fierro con la que es mucho más fácil el día a día”, destaca.
Afuera lo esperan familiares, amigos, miembros de la prensa y referentes de la gastronomía cordobesa. Los más cercanos tienen en sus manos cajitas y bolsas con regalos. Es una fiesta, y aunque Facundo está acostumbrado a recibir a mucha gente noche a noche, esta no es una noche como las demás.
“Tengo una mezcla de sentimientos: estoy ansioso por el servicio, nervioso porque estamos a pocos minutos de empezar, pero fundamentalmente, estoy muy emocionado, porque sin duda esto se ha hecho por y para mí”, reconoce, se mira las manos y se ríe.
En la cocina se vive una algarabía de amigos: entre emplatado y emplatado, se escuchan risas, se cuentan anécdotas, se reviven historias. En la parrilla, se cuece a fuego lento un costillar que será la cena del equipo al terminar el evento.
En 10 años pasan muchas cosas. Paralela a la vida que ha ido transcurriendo, a lo largo de esta década han ido surgiendo platos que escriben la otra historia de Facundo, la que pasa dentro de la cocina.
Unos han pasado, otros han trascendido. Si tuviéramos que nombrar uno solo de ellos que sintetice lo que este joven es como chef, son los cubanitos de masa philo rellenos de paté de hongos de pino, la maravilla de la sencillez y la simpleza.
A pesar de ser un snack, y no un plato en sí mismo, es lo que la gente más le pide a Facundo.
“Son el caballito de batalla. Los hice por primera vez en el 2018 para un evento”, recuerda.
“Son un ícono, mío y del restaurante. Me da mucha alegría que a la gente le gusten tanto”, agrega.
Con cada nuevo año de vida se hace un balance, pero también se proyectan nuevas metas y objetivos. Facundo parece tener claro dónde quiere estar a futuro.
“Lo que hice en estos diez años lo estoy cosechando ahora. Me están pasando cosas muy lindas a nivel profesional: estoy con mi propio proyecto de catering corporativo y el restaurante está funcionando mejor que nunca”, dice.
Lo que hice en estos diez años lo estoy cosechando ahora
“Lo que quiero ahora, y espero lograr, es un equilibrio entre lo profesional y lo personal. Soy padre”, destaca con orgullo.
Facundo es un ser humilde con un ángel inocultable. Un talentoso chef que conserva intacta la inocencia, pasión y mirada de aquel niño de 8 años que empezó a hacer alfajores de maicena con un libro que había en su casa y, desde entonces, nunca se alejó de la cocina.
Sin temor a equivocarnos, podemos decir que este chef tiene todavía mucho por delante.
“Las cosas se están acomodando. Vamos de a poco, pero seguros”, dice con la humildad de quien elige ver el camino que aún tiene en frente, con la certeza de amar la trama más que el desenlace.
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