Sabina en Rosario, los detalles de un show con sabor a despedida

Susana Manzelli

A las 21.35 se apagaron las luces y salió Joaquín Sabina al escenario con su clásico sombrero bombín y un saco a rayas blanco y negro.

El artista ocupo el centro del escenario sentado en una banqueta que usaría casi toda la noche, y canto delante de casi 10 mil personas su primer tema " Cuando era más joven".

Haciendo referencia a la despedida en la que se había convertido está visita a Rosario, recorrió 22 canciones, dio lugar a su corista Mara Barros, una artista impecable, potente, que usa el escenario como el mismo Sabina, con protagonismo y con talento.

Joaquín el poeta, se hace cargo de sus 74 años y nos lo cuenta, se confiesa y nombra a todos los Rosarinos de su vida diciendo: “Argentina no es solo Buenos Aires”, dijo y se ganó la ovación del público y siguió: “hay un lugarcito en mi corazoncito claramente Rosarino porque cuando llegué a Buenos Aires nunca conocí a un porteño, eran todos rosarinos empezando por Juan Carlos Baglietto, luego hice un disco con Fito (por Páez), y leyendo cosas me enteré que nada menos que el Che era rosarino, que Fontanarrosa era rosarino y que el genial Olmedo era también rosarino y para colmo, ahora que además sois campeones del mundo; Messi es rosarino”, para darle pie a su tema “Con la frente marchita”.

"Esta canción es para celebrar la vida", invitó Sabina en un nuevo segmento del recital, sentado a una mesa de bar ubicada en el centro del escenario y acompañado en voz por Mara Barros para interpretar "Bulevar de los sueños rotos", con Sagasti pasando al acordeón.

El público escuchó parado, con sus manos en alto y al grito de "olé, olé, olé, Joaquín, Joaquín", la versión de "Princesa", editada por primera vez en el álbum "Juez y parte", en el lejano 1985.

Con 19 discos de estudio y seis en directo sobre sus espaldas, y sobre todo sobre sus cuerdas vocales, Sabina cerró en Rosario su gira argentina.