El juicio continúa este martes contra los 11 imputados por el ataque a 13 recién nacidos en el Hospital Neonatal de Córdoba, que resultó en la muerte de cinco bebés entre marzo y junio de 2022. Brenda Agüero, la enfermera señalada como principal sospechosa, brindó su primer testimonio ante los jurados populares, acusó a un sector del periodismo y desconoció varios de los indicios que figuran en la causa.
El orden de las declaraciones se estableció alfabéticamente, con Agüero seguida de exfuncionarios y empleados del hospital y el Ministerio de Salud, como la exdirectora Liliana Asís y el exministro Diego Cardozo.
Agüero declaró por poco más de 50 minutos y se mostró descontenta con las condiciones de su encarcelamiento, donde estuvo aislada en la enfermería del penal. Aseguró que no tuvo contacto con nadie desde que entró al penal y contó que está estudiando Derecho en su tiempo libre para tener herramientas que le permitan defenderse, ya que, según explicó, siente que todos están hablando por ella, pero que nadie la escucha.
La enfermera negó rotundamente las acusaciones en su contra y describió su amor por el hospital donde trabajaba. Aseguró que trabajar allí era el sueño de toda su vida, pero aclaró que no se imagina volver a trabajar con niños después de lo sucedido.
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Agüero se mostró serena durante su declaración y apuntó contra el periodismo al sostener que hubo un ensañamiento de los medios de comunicación, que hablaron barbaridades de su persona y que le han gritado en la cara un montón de cosas que afectaron su vida personal y emocional.
También negó varios indicios de la causa, como el uso de mangas largas para ocultar jeringas, y explicó que los archivos relacionados con potasio que se encontraron en su poder eran parte de un material de estudio compartido en un grupo de WhatsApp de enfermeras que estaban realizando un curso pago del Hospital Garrahan.
La enfermera también destacó su trayectoria académica, con un promedio de nueve en su formación como técnica en enfermería y en la carrera de abogacía. A pesar de que solo tres internas cursan abogacía con ella, cuenta con el apoyo de una coordinadora, Marcela Aspen, quien organiza los horarios y materias.
En cuanto a su vida familiar, mencionó que recibe visitas de su madre, padre, hermanas y su tío. Además, participa en un taller de artesanías donde elaboran productos que se venden en ferias. También asiste a actividades religiosas, con la presencia de iglesias católicas en el servicio penitenciario.
En cuanto al futuro, Agüero expresó su deseo de continuar sus estudios y su esperanza de obtener la libertad. Dijo que seguirá estudiante cuando abandone la cárcel y se mostró optimista por el inicio del juicio.
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Agüero expresó su interés en continuar con la asistencia psicológica que recibe, manifestando que considera importante este apoyo.
Familiares de las víctimas asistieron al inicio del juicio portando camisetas en memoria de los bebés. La duración de esta fase depende de cuántos imputados elijan declarar, pero se estima que el proceso completo podría extenderse por al menos cinco meses.
La investigación liderada por el fiscal Raúl Garzón concluyó que no se trató de un accidente y que los bebés fallecieron por inyecciones de insulina y potasio.
Los fiscales sostienen que Agüero actuó intencionalmente para detectar los síntomas antes que nadie, reforzando la hipótesis de que buscaba sobresalir. Por otro lado, la defensa argumenta que el hospital presentaba irregularidades graves, incluyendo medicamentos vencidos, y que las muertes fueron consecuencia de infecciones hospitalarias.
El abogado defensor de Agüero, Gustavo Nievas, calificó a su clienta como una "chivo expiatorio" y sugirió que el caso es una distracción para encubrir problemas políticos y administrativos en el sistema de salud.
En la primera jornada del juicio, Agüero se mostró emocionalmente afectada al ingresar a la sala.
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Informe de Juan Federico.
