El cerebro humano envejece de forma repentina a los 44 y 67 años
Un estudio científico revela que no lo hace gradualmente y sugiere que las cetonas podrían estabilizarlo y prevenir enfermedades como el Alzhéimer. La resistencia a la insulina, factor clave.
11/04/2025 | 11:36Redacción Cadena 3
Un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) reveló que el envejecimiento del cerebro humano no ocurre de manera gradual y lineal, como se pensaba anteriormente, sino que se produce en episodios repentinos a lo largo de la vida.
La investigación, basada en el análisis de imágenes cerebrales de más de 19.300 personas de entre 18 y 90 años, señala que estos cambios bruscos se hacen evidentes en momentos específicos, desafiando las nociones tradicionales sobre el deterioro cognitivo asociado a la edad.
Los investigadores, liderados por la profesora Mojica Parodi de la Universidad de Stony Brook, encontraron que las redes cerebrales comienzan a mostrar signos consistentes de inestabilidad a partir de la cuarta década de vida, alrededor de los 44 años, cuando se desencadena un rápido proceso de envejecimiento.
Este fenómeno se intensifica aún más a los 67 años, para luego estabilizarse cerca de los 90 años.
“Las redes cerebrales no solo se vuelven inestables a lo largo de la vida, sino que estos cambios tienen una tendencia no lineal”, explican los autores en el estudio.
El punto de inflexión a los 40 años parece estar relacionado con una disminución en la energía disponible para las células cerebrales.
Según investigaciones previas, esta caída energética estaría vinculada a una creciente resistencia a la insulina, lo que dificulta la regulación del azúcar en sangre por parte de las neuronas.
“Después de esta edad, las células cerebrales siguen funcionando, pero requieren niveles más altos de insulina”, afirma la profesora Parodi. Este desequilibrio podría ser clave en el inicio del envejecimiento cerebral abrupto.
Cetonas, posible escudo protector
El estudio introduce una esperanza innovadora: las cetonas, un tipo de combustible alternativo que las neuronas pueden usar sin depender de la insulina.
En uno de los experimentos, los investigadores compararon el impacto de las cetonas frente a la glucosa y descubrieron que las primeras lograron estabilizar redes cerebrales degradadas.
“El suministro de combustible alternativo durante este período tan delicado podría mejorar la función cerebral”, subraya Parodi, sugiriendo que las cetonas podrían desempeñar un papel protector contra el deterioro cognitivo.
Contra el Alzhéimer
Estos hallazgos abren la puerta a nuevas estrategias para prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer. Botvand Antal, investigador principal del estudio, lo califica como “un cambio fundamental en nuestro enfoque para prevenir el envejecimiento cerebral”.
Según Antal, la identificación de marcadores neurometabólicos podría permitir intervenciones tempranas en personas en riesgo, antes de que los síntomas del deterioro cognitivo se manifiesten.
“En lugar de esperar a que aparezcan los problemas, podemos actuar en el momento crítico”, asegura.
Los resultados de esta investigación no solo redefinen cómo entendemos el envejecimiento cerebral, sino que también plantean la posibilidad de desarrollar tratamientos preventivos basados en el metabolismo cerebral.
Aunque aún quedan preguntas por responder, como la aplicación práctica de las cetonas en la vida cotidiana, el estudio marca un hito en la lucha contra el declive cognitivo asociado a la edad.
Con el envejecimiento de la población global, estos avances podrían transformar la forma en que abordamos la salud cerebral al ofrecer una luz de esperanza para millones de personas en riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Los investigadores de Stony Brook ya planean estudios adicionales para explorar cómo implementar estas estrategias en entornos clínicos, un paso que podría revolucionar la medicina preventiva en las próximas décadas.