El caso Santos, un antes y un después en la legítima defensa

Era el mediodía del sábado 16 de junio de 1990. la alarma llamó la atención de un matrimonio que compraba zapatos en un local de Villa Devoto. 

Mientras ella elegía, él salió a ver qué pasaba. El ruido venía de su auto. Le estaban robando el estéreo –ya le había pasado doce veces–. 

El ladrón corrió a subirse a un Chevrolet modelo 1974 color dorado en el que lo esperaba un cómplice.

El ingeniero Horacio Aníbal Santos persiguió y mató a Osvaldo Aguirre, de 29 años, y Carlos González, de 31. Les dio un tiro a cada uno porque le habían robado el estéreo.

Hace tres décadas el caso Santos inauguró una discusión que, con el paso de los años, se reaviva: la de la justicia por mano propia. 

Ahora volvió a ser noticia con el caso de Jorge Adolfo Ríos, el jubilado que mató uno de los delincuentes que lo asaltaron y golpearon en su casa del partido bonaerense de Quilmes.

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Eduardo Gerome, abogado de Santos, opinó sobre este caso en diálogo con Cadena 3: "Este hombre está sintiendo una doble vejación, vejado por delincuentes y ahora por la justicia".

"No tiene sentido dejarlo preso después de haber defendido lo suyo, y haber sido maltratado y golpeado", agregó.

"El dejar preso a alguien es o bien por el temor a que se fugue o que obstruya la labor de la justicia. ¿Qué va a obstruir o a donde se va a fugar este buen hombre?", se preguntó.

"Los delincuentes eligen a la víctima, entonces si la justicia termina siendo funcional al delincuente es la justicia la que está apartada de la sociedad", afirmó.

"Asistimos a un fiscal que acusa de homicidio agravado a una persona que se defendió. Tiene derecho de hacer un juicio, pero no de ponerlo preso para aumentar lo que está sufriendo este hombre", consideró.

"La sociedad ve que los jueces están de alguna manera al servicio de los delincuentes y poniéndose en contra de la gente que se defiende porque no hay seguridad", completó.

En relación, a Hugo Santos recordó: "Fue muy duro. 5 años duró el proceso hasta la sentencia. La justicia entendió que había actuado en legítima defensa pero 5 años de proceso en una persona causan deterioro en su salud física y psíquica".

"Después se recuperó. La familia tuvo que ver. Siguió siendo un empresario y con los años dejó atrás este episodio tan triste de su vida", finalizó.

En 1994 Santos fue condenado a 12 años de prisión por "homicidio simple reiterado", pero en 1995 la Sala I de la Cámara del Crimen, integrada por los jueces Carlos Tozzini, Guillermo Rivarola y Edgardo Donna, revocó el fallo al entender que se trataba de un caso de exceso en la legítima defensa.

Informe de Agustina Vivanco.