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Sociedad

Pescador sobrevive 95 días perdido en el mar: un milagro de resistencia y fe

Máximo Napa Castro, un peruano de 61 años, enfrentó hambre y sed con heroica resistencia al comer cucarachas y tortugas. 

21/03/2025 | 10:04Redacción Cadena 3

FOTO: Máximo Napa Castro, después del rescate.

FOTO: La alegría por el rescate.

Máximo Napa Castro, un pescador peruano de 61 años, protagonizó una hazaña que roza lo imposible: sobrevivir 95 días a la deriva en el Océano Pacífico tras quedar varado por una avería en el motor de su embarcación.

El hombre, avistado el pasado 12 de marzo por la tripulación de un atunero ecuatoriano a cientos de kilómetros de la costa peruana, fue rescatado en un operativo que incluyó un helicóptero y la intervención de la Guardia Costera peruana.

Su historia de resistencia, fe y lucha por volver a casa ha conmovido al mundo, y se suma a otros casos emblemáticos de náufragos que desafiaron las adversidades en alta mar.

Napa Castro zarpó el 7 de diciembre desde el puerto de Marcona, en Perú, en busca de huevas de pescado, con provisiones para un mes.

Sin embargo, el 20 de diciembre, menos de dos semanas después, el motor de su pequeña embarcación falló y lo dejó a merced de las corrientes.

Sin radiobaliza que facilitara su localización, racionó arroz, galletas y agua de lluvia, pero pronto se quedó sin nada.

“Hubo días en que no comí nada y no había lluvia que recoger”, relató a los medios peruanos.

Para sobrevivir, recurrió a medidas extremas: comió cucarachas y pájaros que encontraba en su bote y, en un momento crítico, atrapó una tortuga cuya sangre bebió para hidratarse. “No me gustó matarla, pero era ella o yo”, confesó.

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Durante esos 95 días, Napa Castro mantuvo un diálogo constante con Dios, alternando entre súplicas, enojo y arrepentimiento. “‘¿Por qué me envías hasta acá? ¿Quién me va a ayudar?’”, le reclamaba. Sin embargo, su fe y el amor por su familia lo sostuvieron.

“No voy a morir, decía yo, porque tengo a mis hijos y a mi madre”, afirmó. Esa convicción se vio recompensada cuando, tras imaginar que alguien lo rescataría, un helicóptero apareció al día siguiente.

El reencuentro con su familia fue emocionante. Su hija, Inés Napa Torres, describió el hallazgo como “un milagro”.

Quemado por el sol y deshidratado, Napa Castro bajó de un muelle el viernes pasado y cayó en los brazos de su hermano, entre lágrimas.

“Tengo a mi madre viva, no quería morir por mi madre”, dijo a los periodistas, y mencionó también a su nieta de dos meses como una de sus mayores motivaciones.

En casa, lo esperaba una celebración con arroz con pollo, carapulcra y una sopa seca, además de un pastel decorado con los elementos que marcaron su odisea: pájaros, cucarachas y una tortuga.

Su madre, Elena Castro, quien rezó incansablemente por él, expresó: “Le decía al Señor: tráemelo vivo o muerto, pero tráemelo”.

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Otros náufragos

La historia de Napa Castro no es un caso aislado. En 2012, el pescador salvadoreño José Salvador Alvarenga sobrevivió 438 días a la deriva tras ser arrastrado por una tormenta desde México.

Durante 14 meses, se alimentó de aves, peces y tortugas, y bebió agua de lluvia y, en ocasiones, su propia orina.

Fue encontrado en las Islas Marshall, a más de 12.000 kilómetros de su punto de partida.

Aunque su relato generó escepticismo, Alvarenga se convirtió en un símbolo de resistencia extrema.

Otro caso notable es el de los tres pescadores mexicanos —Lucio Rendón, Salvador Ordóñez y Jesús Vidaña— quienes en 2006 pasaron nueve meses a la deriva tras perderse en el Pacífico.

Rescatados cerca de las Islas Marshall, sobrevivieron pescando y recolectando agua de lluvia, aferrándose a su fe cristiana para mantener la esperanza.

El cine y los náufragos

El cine inmortalizóeste tipo de epopeyas. En Náufrago (2000), Tom Hanks interpreta a Chuck Noland, un hombre varado en una  isla desierta tras un accidente aéreo.

Durante cuatro años, lucha por sobrevivir con recursos mínimos, estableciendo un vínculo emocional con una pelota al que llama Wilson.

Por otro lado, La vida de Pi (2012), basada en la novela de Yann Martel, narra la odisea de un joven indio que comparte un bote salvavidas con un tigre de Bengala durante 227 días, combinando realismo y simbolismo en una historia de fe y supervivencia.

Regreso a casa con esperanza

La odisea de Máximo Napa Castro culminó con su retorno a Perú, donde su familia nunca perdió la fe.

Aunque su embarcación carecía de tecnología moderna, su voluntad y las oraciones de sus seres queridos lo trajeron de vuelta.

“Mis hijas me repetían: mamá, él va a volver”, dijo Elena Castro.

Hoy, este pescador peruano no solo celebra estar vivo, sino haber demostrado que, incluso en las peores tormentas, la esperanza y el amor por la familia pueden ser un ancla más fuerte que el mar mismo. 

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