Tenía 23 años y murió por Covid: "Le destrozó los pulmones"

A Sol Yazmín Casella, de 23 años, le quedaban sólo 5 materias para recibirse de periodista y ya trabajaba para distintos medios locales y de Chile. Además, se desempeñaba como productora y estaba planeando publicar su libro de poesía.

Vivía en Lomas de Zamora junto a sus padres, Claudia y Vicente, y sus dos hermanas, Belén, de 19 y Delfina, de 17. Estaba de novia hacía siete años y, desde que empezó la pandemia,  evitaba salir a la calle.

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Según contó su madre, pasaba más de 12 horas diarias frente a la computadora de su casa, estudiando y trabajando.

"Todo el tiempo me preguntaba cuándo llegarían las vacunas de sus abuelos y de su padre, que tiene 54 años y está dentro del grupo de riesgo porque tiene EPOC. Estaba muy preocupada por ese tema”, le contó su madre a Infobae. 

Un día, Sol empezó a padecer dolor de cabeza y en los ojos, pero pensó que era debido al cansancio por la gran cantidad de horas que pasaba frente a la computadora. 

Con el correr de los días, el malestar no cedía y el 18 de abril fue a hisoparse al Sanatorio Sagrado Corazón, en Balvanera. 

El resultado fue positivo, aunque sus padres, hermanas menores y novio no se contagiaron.

“El 22 de abril, levantó fiebre y se sentía muy mal. La internaron porque no saturaba bien y le pusieron oxígeno, pero su estado se iba agravando. El 1 de mayo la pasaron a terapia intermedia y, tres días después, a intensiva. El virus fue directamente a sus pulmones y fue arrollador", contó su madre.

Claudia Cabrera aún está incrédula por lo sucedido: "Mi hija era joven y sana, pero el Covid-19 le destruyó los pulmones. Actuó como una esponja y no permitía que pudiera respirar”, relató. 

El 14 de mayo, día que su hermana menor cumplía 17 años y a cinco días de su propio cumpleaños, su corazón dejó de latir, a pesar de todos los esfuerzos del personal médico.

La última vez que Claudia pudo ver a su hija con vida fue el 29 de abril. Había sido internada 5 días antes. El sanatorio únicamente autorizaba a que la visitaran dos veces por semana y ese jueves estuvo con Sol durante una hora, mientras merendaba en su cama.

A las 4 de la mañana de ese viernes llegó la peor noticia: "Tenía la esperanza de que fuera para avisarme que le habían hecho algún procedimiento diferente, pero después de contenerme con la conversación, me dijeron que sentían mucho lo que había pasado y que Sol había tenido un paro cardíaco”, lamentó.

“Me habían avisado que, por la falta de oxígeno y por el estado de sus pulmones, iba a ser imposible sacarla de un paro cardiorrespiratorio, pero esperaban que eso no sucediera. Llegué al sanatorio con la esperanza de que fuera un error, pero no", contó. 

"Todo era una tristeza: los médicos, las enfermeras, el personal de limpieza y administrativo... Yo sólo tengo palabras de agradecimiento para todos ellos, porque cada día se juegan la vida para salvar otras”, expresó.

Cuando llegó al sanatorio, el jefe de Terapia Intensiva la recibió llorando: le dijo que no había explicación para lo que había pasado, porque Sol apenas tenía 23 años y era una joven muy sana.

“No entienden qué pasó, no hay explicación. La neumonía viral se convirtió en una fibrosis pulmonar”, afirmó.

El último en verla con vida fue su padre, por videollamada. Según contó, estaba animada, le dijo que se sentía mejor y que estaba más tranquila porque el día anterior había recibido la visita de su madre.

“Ya cumplí con su deseo de ser cremada y, cuando se pueda, quiero tirar sus cenizas al mar. Ahora, quiero hacer realidad su sueño tan ansiado: publicar su libro de poemas”, finalizó Claudia Cabrera.