La Reserva Carayá recibe a una pumita que estaba en un departamento en CABA
La pequeña felina había sido abandonada en la puerta del Ecoparque porteño. En diálogo con Cadena 3, Alejandra Juárez, a cargo del establecimiento cordobés, contó la historia del animalito y la tarea que llevan adelante.
26/03/2025 | 23:51Redacción Cadena 3
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Turno Noche
En un nuevo capítulo de historias que combinan la pasión por la conservación y los desafíos de la fauna silvestre, la Reserva Carayá de La Cumbre, en la provincia de Córdoba, se prepara para recibir a una pumita con un pasado insólito.
Alejandra Juárez, responsable del lugar, compartió en Cadena 3 los detalles de este caso, que comenzó en un departamento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y que pone en evidencia tanto la problemática de los animales silvestres en manos humanas, como el esfuerzo de quienes trabajan por su bienestar.
De Buenos Aires, a las sierras cordobesas
La protagonista de esta historia es una pumita hembra, que llegará este 27 de marzo a la reserva, tras un periplo que involucró a influencers, casas de familia y hasta un abandono en la puerta del Ecoparque de Palermo.
Según relató Juárez, el animal fue inicialmente encontrado por un influencer porteño, quien, sin autorización de las autoridades de fauna, lo retiró de una vivienda particular. "Es como si yo me metiera en una casa y sacara un puma", señaló con indignación, destacando la ilegalidad de la acción.
El influencer prometió a una joven construir un recinto de dos hectáreas para el felino, pero nunca cumplió. La chica terminó criando a la pumita en su departamento, alimentándola con una dieta inadecuada y enfrentándose a un animal que, aunque manso, comenzó a asustarla con su fuerza natural.
Desesperada, contactó al Ecoparque, que no pudo recibirla por falta de espacio y, finalmente, la dejó en la entrada del lugar. La Justicia intervino, procesó a la responsable y, tras un operativo coordinado con la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA) de CABA y el permiso de las autoridades cordobesas, se decidió su traslado a la Reserva Carayá.
"Normalmente, no recibimos pumas de otras provincias, porque Córdoba ya tiene un problema grave con estos animales. Pero este caso es especial", explicó Juárez. Con este ejemplar, la reserva alcanzará los 29 pumas, consolidándose como el lugar con mayor cantidad de estos felinos en Argentina.
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Un hombre de 77 años y su esposa quedaron detenidos. En total, encontraron 29 felinos. También había 2 cotorras australianas, 1 gallo, 1 canario, 5 palomas blancas, 4 torcazas, 22 conejos, 7 gallinas, 2 aves agapornis.
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Un hogar en la montaña
En la reserva, los pumas habitan recintos grandes en la zona montañosa, separados de los sectores de monos carayá y capuchinos, que también alberga el lugar. Estos espacios, con techos para protegerlos de pumas salvajes de la región, buscan replicar un entorno natural, aunque Juárez reconoce que abrirlos al público es un desafío pendiente.
"La gente se desespera por verlos, pero ellos vienen con un estrés extra por lo que les pasó. Nos gustaría que se conociera la problemática, pero no sabemos cómo hacerlo sin estresarlos más", admitió.
La pumita, que aún no tiene nombre, se sumará a "Pango", un macho de su misma edad descrito como "muy dulce", y a otra cría más pequeña pero "insoportable", rescatada en el norte de Córdoba en un estado crítico. "Tratamos de criarlos de a dos o tres, porque su carácter cambia mucho cuando están acompañados", destacó Juárez, subrayando la importancia de la interacción social para estos animales.
Una vida marcada por el contacto humano
La historia de esta pumita refleja un problema recurrente: la humanización de animales silvestres. Criada desde cachorra por personas, primero en una casa y luego en un departamento, perdió la capacidad de sobrevivir en la naturaleza.
"Son potencialmente peligrosos, porque no le temen al humano, sino que lo ven como amigo", explicó Juárez. Este apego, que puede llevar a la depresión si se los aísla demasiado, complica su rehabilitación y liberación, un destino que muchos de los 29 pumas de la reserva no podrán alcanzar.
En Córdoba, los pumas suelen llegar a la Reserva Carayá tras ser abandonados por sus madres en maizales arrasados por trilladoras o decomisados de hogares que los adoptaron ilegalmente. "Siempre pasan por una casa de familia y eso los marca", lamentó Juárez.
Para evitar la reproducción no deseada en cautiverio, los machos son sometidos a vasectomías, una medida que preserva su integridad física y permite, en teoría, revertir el proceso, si las condiciones cambiaran en el futuro.
El rol ecológico del puma y su lucha por sobrevivir
Juárez hizo un llamado urgente a proteger al puma, especialmente al de llanura, cuya población está en declive por la pérdida de hábitat. "Aparecen crías en ciudades rurales, porque no les queda espacio", alertó.
En el ecosistema, estos felinos regulan poblaciones de liebres, vizcachas y aves, aunque no cazan jabalíes, una especie exótica que sigue creciendo sin control.
En la reserva, la reintroducción de vizcachas ha reducido los conflictos con ganaderos vecinos, demostrando que la coexistencia es posible con medidas adecuadas.
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Carayá, más que pumas
Además de los pumas, la reserva alberga unos 225 monos, entre carayás y capuchinos rescatados de laboratorios biomédicos. Estos últimos, descritos como "terribles" por su inteligencia, son capaces de avisar sobre víboras o incluso robar objetos a voluntarios novatos.
"Golpean la ventana como humanos", contó Juárez entre risas, destacando su capacidad de adaptación. A diferencia de los pumas, los monos regulan su población de forma natural, manteniendo un equilibrio que evita intervenciones humanas.
Un esfuerzo colectivo y un pedido a la sociedad
La llegada de la pumita no habría sido posible sin la colaboración del Gobierno de Córdoba, que hizo una excepción a su política habitual. "Nunca le dijimos que no a un puma", afirmó Juárez, quien invitó a la audiencia a conocer el trabajo de la reserva en sus redes sociales (@ProyectoCaraya) y a visitarla los fines de semana o durante Semana Santa. La entrada, que financia el mantenimiento del lugar, permite recorrer el hábitat de los monos en grupos guiados de una hora y media.
Con una mezcla de pasión y frustración, Juárez criticó a quienes lucran con animales silvestres bajo pretextos altruistas. "Me da bronca la plata que juntan influencers con estas cosas y luego no hacen nada", dijo, refiriéndose al caso de la pumita.
Su mensaje final fue claro: los pumas no son mascotas y su futuro depende de un "nuevo contrato" entre humanos y fauna para preservar un equilibrio cada vez más frágil.
En La Cumbre, entre la humedad de las sierras y el canto de los carayás, esta pumita encontrará al fin un refugio. Pero su historia, como la de tantos otros, es un recordatorio de que la conservación exige más que buenas intenciones: requiere compromiso, leyes firmes y una sociedad dispuesta a mirar más allá de las redes sociales.
Entrevista de "Turno Noche al cuadrado".