La Basílica de la Merced, ubicada en Tucumán, es el cuarto templo construido en esa región. Fue inaugurado en 1950 y presenta un estilo neocolonial. La Virgen de la Merced, considerada la patrona del Ejército argentino, recibió un bastón de mando del General Belgrano en agradecimiento por la victoria en la Batalla de Tucumán.
Enterate todos estos datos y muchos más en la entrevista con Luis Varela, Director de Redes de la Basílica de la Merced, por Viva la Radio en Cadena 3 Rosario, desde Tucumán en la previa del Día de la Independencia.
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La Basílica de la Merced en Tucumán: un templo histórico y lugar de devoción.
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Génesis. “Uno de los cañeros más importantes de nuestra provincia, que es don Alfredo Guzmán, donó, además de lo que es la construcción de la Iglesia de la Merced, dos hogares de ancianos, un colegio, un hogar de niños y lo que actualmente se conoce como el Parque Batalla de Tucumán o Parque Guillermina. Este templo empezó a construirse en el 1947 hasta el año 1950. Se inaugura oficialmente el 23 de septiembre de 1950 en las vísperas de la fiesta de la Virgen de la Merced. Por eso es el más nuevo”.
Cualidad. “Además, tiene una característica: es neocolonial. En ese momento, se buscó exaltar todo lo que son los valores tradicionalistas, lo que es la parte patriótica, por eso uno va a observar que tiene como característica que es una iglesia blanca, no tiene otros colores, y tiene muchas tejas, a diferencia de las otras iglesias que son más un estilo europeo, no tanto americano. Más en altura”.
Belgrano y la historia. “Cuando se da la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la gente se congregó aquí, en esta iglesia, para pedirle a la Virgen que los ayude a librar la batalla y poder salir victoriosos. Días antes, el general había venido y había orado personalmente ante la imagen pidiendo este milagro, porque la diferencia entre los soldados que tenía el ejército realista con los soldados patriotas era mucha, veníamos retrocediendo desde Jujuy, donde se había producido en agosto de 1812 el éxodo. Entonces, vinieron a Jujuy y arrasaron con todo hasta llegar a Tucumán. Llega a Tucumán Belgrano y, en un principio tenía la orden de volver a Córdoba, pero que el pueblo lo frena y dice por favor quédese y protéjanos. Entonces, ahí decide presentar batalla, el pueblo se congrega aquí, pero la batalla se da, de donde estamos nosotros, a 15 cuadras, donde hoy está la plaza Belgrano y que en ese momento se conocía como el campo de las carreras”.
Victoria y procesión. “Ahí se produjo la batalla hacia todo lo que es el oeste, donde está una localidad que se llama el Marantial. Y entonces, esa batalla, al lograrse el triunfo, el general bélgano, un mes después, 27 de octubre de 1812, participa de la procesión de la Virgen que se traslada desde aquí hacia el campo de las carreras y ahí se le entrega el bastón de mando. Ese bastón es de madera, el cual se conserva en Buenos Aires y él consideraba indigno este pedazo de madera y decide mandar con su hermano Joaquín un bastón de marfil y empuñadura de oro que la virgen lleva el día de la fiesta, que es el 24 de septiembre y aniversario de la batalla de Tucumán”.
Atracción. “Durante todo el año, la Virgen lleva en su mano derecha un bastón de madera que es réplica del bastón de marfil. El bastón de marfil, por cuestión de seguridad, se coloca el día 23 de septiembre junto a la corona que el pueblo le regala a la Virgen, en 1912. Y entonces, como hay más seguridad en la Basílica, el 22, 23 y 24 de septiembre está la corona y está el bastón de mando”.
El rito de la fe. “Esos días se viven de manera especial. Tenemos lo que se conoce como la peregrinación de misa. Son familias que tienen una promesa y un agradecimiento a la Virgen y vienen sobre todo del este de la provincia. Recorren desde las dos de la mañana del día 23 de septiembre, salen en peregrinación y llegan aquí alrededor de las cinco, seis de la tarde. Se dice que “duermen” en la basílica y se cargan de fe. Así, cuando salen el día 24, a partir de las seis de la mañana hasta las nueve, ellos van pueblo por pueblo hasta llegar a sus hogares y la imagen entra en cada una de las casas que lo pidan hasta donde están. Si hay personas enfermas, si hay personas que necesitan, en algún momento, una oración, un agradecimiento, las imágenes van entrando. Cuando llegan a sus destinos, o sea, el lugar de origen desde donde vinieron, ahí se produce una gran fiesta. Pero las misas son durante todo lo que es la madrugada del 24”.
Entrevista de Cecilia Moro y Agostina Meneghetti.
