Gustavo Zerbino, ex miembro del equipo de rugby que sufrió un trágico accidente en 1972, se unió al director J.A. Bayona para presentar la película "La Sociedad de la Nieve", semanas atrás en San Sebastián.
La película relata la increíble historia de Zerbino y sus compañeros, quienes sobrevivieron 71 días en la cordillera de los Andes después de que su avión se estrellara.
En una entrevista con Rodrigo Ipolitti y Eugenia Iermoli en Viva la Radio por Cadena 3 Rosario, compartió sus recuerdos y reflexiones sobre la experiencia que marcó su vida de manera indeleble.
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Vivir y morir en la montaña. “La vi varias veces, una de las más importantes es cuando vino Bayona a presentar la película a todos los que íbamos en el avión. Éramos 350 personas en una sala, 150 familiares de los que murieron en la montaña. El resto, de los que volvimos. La vivencia esa, cuando empezaron los créditos personas que nunca habían leído un libro o visto, se pusieron a aplaudir y abrazarse, se pudo vivir una experiencia en conjunto, logra que los espectadores estén en la montaña. Que vibren y entiendan lo que vivimos esos 73 días”.
Vaso y líquido. “Soy padrino de la biblioteca de las madres que perdieron hijos, socio desde el primer día, trabajo permanentemente con ellos. El club de rugby (Old Christians) es el vaso que contiene el líquido de familiares y los que fuimos y volvimos, estos 51 años contuvo esta relación muy firme”.
Misterio y milagro. “Siempre digo que la vida es un milagro y la muerte es un misterio. En el medio, lo que tenemos que hacer todos los días: vivir y aprender que es lo secundario. Es inexplicable porque la persona que estaba al lado mío se murió y yo no. Lo más importante que aprendimos, cada día celebrábamos que estaba vivo, estar vivo ya es para celebrar”.
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Comunicación vital. “La radio fue lo primero que perdimos, el contacto con el mundo. No podíamos comunicarnos. Logramos que una radio funcionara después y hacia ruido. Con un cable, un día nublado, lo ataron a la antenita que tenía y en un instante se escuchó a la radio hablar. ‘Noticia de último momento, confirmamos que el avión se da por perdido. Van a suspender la búsqueda. Van a volver en febrero a buscar los restos’. Esa noticia fue un punto de referencia fundamental, fue mala la noticia, pero para nosotros la mejor, dejamos de esperar el rescate y asumimos la responsabilidad de vivir o morir, sabiendo que dependía de nosotros”.
Rebeldía ante la muerte. “Diez horas después, como soy muy rebelde, no aceptaba ser un cadáver y me levanté mirando el sol que iluminaba la punta de la montaña. Se arrimaron a preguntarme qué iba a hacer. Iba a subir a ver si era verdad lo que decía el piloto, que estaba Chile del otro lado”.
El periplo. “Esa noche fue terrible, con mocasines de cuero y medias de nylon, una camisa un buzo y un blazer, sin guantes sin cuerdas, subimos la montaña y tuvimos que soportar temperaturas de 30 grados bajo 0. Al otro día vimos que había 150 kilómetros de nieve para todos lados. Volví ciego, con dientes flojos, perdimos 13 kilos cada uno, se dieron cuenta que era muy difícil y teníamos que hacer lo que no teníamos, para cruzar. Hicimos muchas cosas que aprecian imposibles y los limites están en la mente. El potencial del ser humano es ilimitado”.
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Humanidad. “El que fue tomate volvió tomate y el que fue banana volvió banana. Los seres humanos somos distintos, con distintas características y distintas misiones en la vida. lo que hizo esto fue hacernos conocer el potencial y como el proceso de transformación interior. Primero tenés que querer algo con pasión, después creer que vas a querer lograrlo. Y después hacer lo que requiera para lograrlo. Vivir o morir. Para trepar la montaña le tuvieron que pedir los músculos a sus compañeros muertos. La energía única que había era esa, lo que nutría nuestros músculos para caminar y que el corazón se contraiga y el diafragma te permita respirar”.
Elegir la vida. “El combustible que había era ese, fue durísima la decisión, pero elegimos la vida, fue un acuerdo que hicimos todos. Todos los días erran igual, había que moverse si no te congelabas, conseguir agua sí o no te deshidratabas. Todas las noches rezábamos el Rosario. Sentimos que habían llegado y a la mañana siguiente Daniel salió y prendió la radio. Escuchamos el Ave María. Gracia plena. Fue la confirmación de que habían llegado, sentimos que la Virgen nos estaba hablando”.
Demora final. “Ahí los nombran. Serían Parrado y Canesa, dijeron. Mucho más de lo que se imaginan tardaron en llegar después de eso. Lo que hizo el arriero es dejar todo para ayudar a las personas que no conocía. Después de kilómetros a caballo y una camioneta que lo levantó hasta un pueblo, dijo que había sobrevivientes y lo metieron preso. Creían que era mentira. Al tercer día, vinieron los helicópteros”.
