Durante su largo viaje por Europa entre 1845 y 1847, que incluyó Francia, España, Italia y Alemania, Domingo Faustino Sarmiento recorrió pacientemente en París una muestra industrial con lo más importante de la producción agropecuaria y fabril de entonces en el Viejo Continente.
Con este aprendizaje, apenas llegado a la presidencia (1868-1871), dispuso hacer lo mismo en su país, que ya se llamaba República Argentina desde 1860. Así, convocó a su ministro de Justicia e Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda para redactar la reglamentación correspondiente de la convocatoria a productores de todo el país, a fin de preparar la primera Exposición Agroindustrial del país.
Para ello Sarmiento eligió Córdoba y, naturalmente, la Sociedad Rural Argentina, creada en 1866, y representada en esta ocasión por su presidente, Eduardo Olivera, tuvo un protagonismo clave. Se previó sumar tres grandes muestras: Ensayos de Maquinaria Agrícola, Parque de las Culturas Comparativas y Exposición Industrial de Artes y Productos Argentinos.
El historiador Ricardo de Titto, en diálogo con Cadena 3, explicó que siendo un hecho “de una importancia colosal en la historia argentina, no se está valorando a la altura de lo que realmente supuso”.
Para el presidente Sarmiento, Córdoba era “el futuro industrial del país (…) por su posición mediterránea, centro de los caminos reales y su ubicación geoestratégica determinante en la Argentina”. Pero había obras que concretar como apoyo a la gran exposición, como los ferrocarriles, que comenzaban tímidamente a surcar las enormes distancias del país. En este caso, era necesario establecer las vías férreas “entre Rosario y Córdoba, pasando por Bell Ville, Villa María, etc. y paulatinamente hacia otros extremos el país”, señala De Titto.
Sarmiento llegó a Córdoba varios días antes y la Exposición se inauguró el 15 de octubre de 1871, hacen ahora 150 años. Córdoba ya era económicamente importante y el sanjuanino la conocía, porque antes había gestionado el Observatorio Astronómico, que se inauguraría el 24 de octubre de ese mismo año. Para el predio ferial se ocuparon cuatro hectáreas y media que pertenecían a Nicolás Peñaloza, y se ubicaban entre las actuales calles Caseros, Artigas, Boulevard San Juan y Bolívar, y la entrada principal fue donde actualmente se levanta el Palacio de Justicia de Córdoba.
Para el presidente esta provincia era “muy tradicionalista, atada al pasado jesuítico, clerical y era imprescindible replantear su papel en el mapa geográfico de la nueva argentina”, agrega el historiador. En otras palabras, “planteó un modelo de país industrial para fortalecer el agro con la venta de productos desarrollados y contar con la mejor industria internacional del momento”.
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Se sabe que llegaron productos de Francia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y varios latinoamericanos. Todo esto confirmaba “la intención de Sarmiento de convertir a Argentina en los Estados Unidos de América del Sur, basado en lo que él había visto en el país del Norte, los pequeños productores agrarios, el trabajo industrioso, el empuje del inmigrante como pionero de la nueva Argentina”.
Y esta decisión de elegir Córdoba para un acontecimiento tan importante despertó el enojo de Buenos Aires, e incluso la prensa cordobesa “criticó a Mitre porque fue la única de las grandes personalidades de entonces que no fue a visitar la gran exposición”. En uno de los sectores de la gigantesca muestra se observaban arados, trilladoras y segadoras, y otras máquinas traídas desde Alemania, Estados Unidos e Inglaterra que atrajeron sensiblemente la atención de los productores y estancieros locales, y muy pronto las incorporaron a sus campos. De Titto señala también que la Exposición, que duró tres meses y donde participaron todas las provincias, naciones de Europa y América, “facilitó el inicio de la exportación e importación de mercaderías”.
El historiador precisó que esta Exposición debe considerarse “como uno de los grandes sucesos de la historia del siglo XIX en la Argentina; un hecho que revolucionó la vida política, social y económica de aquel momento, a pesar de haber padecido poco antes, una de las peores catástrofes del siglo XIX, con la terrible epidemia de cólera en Córdoba, especialmente en Villa María y otros zonas del interior, donde se calcula que hubo más de seis mil muertos, y a lo que se sumó la fiebre amarilla en Buenos Aires, que obligaron a retrasar toda actividad”.
Finalmente ponderó que aunque siempre hablamos de Sarmiento como educador, “olvidamos su pasión por la industria, por el desarrollo económico independiente y por situar a la Argentina en el primer nivel del concierto internacional”.
Informe de Luis Eduardo Meglioli
