–¿Qué se le puede decir al consumidor doméstico de lo que va a suceder con las tarifas el gas en los próximos años? ¿Pueden seguir encareciéndose? ¿Van a bajar, como se dijo en algún momento?
–Primero hay que decirle que hubo una recomposición tarifaria, que ha pegado en los bolsillos de los argentinos, pero lo otro era un disparate. Presumir que el gas y la electricidad eran gratuitos y pagarlos con el bolsillo del contribuyente en impuestos, porque los subsidios los pagamos también los argentinos.
Aun con estas tarifas recompuestas tenemos valores de gas y electricidad que son más baratos que los de la región. En nuestro estudio hacemos un seguimiento de lo que es Chile, Brasil, Uruguay, y estamos más competitivos que ellos.
Hay que darle otro mensaje al consumidor. Si se desarrolla intensivamente Vaca Muerta y su potencial aun vamos a tener tarifas de gas más competitivas en términos regionales, más baratas, no sólo para la industria sino también para las familias.
Para las industrias es muy importante, porque el gas natural es un insumo energético clave para el movimiento productivo y también es un insumo directo de industrias petroquímicas.
Yo creo que desarrollando ese potencial habrá gas más barato para la industria y para las familias.
–¿Cómo están hoy las tarifas eléctricas, en un nivel adecuado o se necesitan más ajustes?
–La tarifa eléctrica tiene tres componentes. Uno, es por el precio de los electrones, la generación eléctrica, la electricidad mayorista. Dos, la transmisión. Y después el Valor Agregado de Distribución (VAD), que es el que ponen las distribuidoras, de jurisdicción provincial.
El consumidor todavía está pagando el 65 por ciento del costo de generación, con lo cual hay aún subsidios generalizados de alrededor del 30 ó 35 por ciento, que hacia fin de año se los pensaba dejar en el 20 por ciento. Vamos a ver con estos congelamientos a cuánto llegamos.
Se ha hecho un gran camino. Porque ¿cómo se inició esto? En realidad era 80 por ciento subsidio y 20 por ciento el pago del costo de la electricidad mayorista.
Después viene la transmisión, que es un costo muy bajo, no pesa.
Hay diferencias provinciales muy grandes. Y esas diferencias no tienen relación con el precio de la electricidad mayorista, porque es común para todo el país. Las diferencias vienen en lo que agregan las distribuidoras provinciales, en función de la densidad poblacional que manejan, en función de la mayor o menor eficiencia.
–¿Son adecuados los estándares de eficiencia de las distribuidoras, por ejemplo de EPEC en Córdoba o de EPE en Santa Fe?
–Tendría que haber mucha más información comparada. Porque, ¿cómo se mide esencialmente la calidad del servicio eléctrico? En dos parámetros: cuántos cortes hay por cliente al año y cuál es la duración de esos cortes.
En el área de Edenor y Edesur, que controla el Ente Nacional Regulador Eléctrico (ENRE), hay información comparada y se puede decir que, respecto a 2015, en 2019 en cantidad y duración de los cortes se mejoró alrededor de un 20 por ciento. Todavía estamos muy por debajo de la calidad media del servicio que había en 2003. Todo esto debido a la falta de inversiones que hubo. Pero eso ha ido mejorando.
Faltarían datos comparativos en todo el país. A mí me gustaría tener una media nacional de la calidad del servicio eléctrico. Para ver si Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Formosa, están por encima o por debajo. Todavía no tenemos datos a ese nivel.
–¿Hay margen para continuar reduciendo subsidios? Porque por un lado hay una reacción adversa en la sociedad por el impacto que las tarifas han tenido sobre el retraso salarial y la inflación. Pero por otro lado el nivel de subsidios no parece soportable por demasiado tiempo cuando hay un compromiso de superávit fiscal para los próximos años.
–Yo creo que hay que hacer lo conveniente. La nueva administración va a recibir un cuadro tarifario mucho más acomodado a la realidad de los costos que los que recibió esta administración.
Pero cuando me dicen ¿hay margen para seguir eliminando subsidios?, yo tengo que ir a la idea fundamental de esto. Porque el gran engaño de los populismos llevados a la energía, es hacer creer que los subsidios son un regalo. No eran de Cristina ni son de Macri ahora. Los pagamos todos los argentinos.
Es decir, cuando yo no pago por ejemplo 100 pesos hipotéticos que vale la electricidad en la tarifa y pago 50, los otros 50 los estoy pagando también como contribuyente de impuestos. Porque el subsidio se financia con impuestos. Y si no alcanzan los impuestos, se financia con el peor de todos los impuestos que es tratar de solventar el déficit púbico con emisión, con papel pintado, es decir con inflación. Con lo cual, los subsidios están también en la contracara del problema inflacionario que tenemos.
Si queremos una macroeconomía estable y que la inflación no nos coma los salarios, vamos a tener que solucionar el tema de los subsidios. Y para ello la energía, sea el gas o la electricidad, va a tener que pagar su costo económico, que es deseable que baje en la medida en que tengamos energía más abundante y a precios competitivos.
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