Nota publicada por Paula Carrevedo el día 17/11/2011 15:39
Los mensajeros de la Antigüedad se exponÃan a perder la vida cuando llevaban noticias infortunadas a los poderosos.
Muchas crónicas y obras literarias dan testimonio de ello:
Promesas de oro y perlas si las nuevas son las que se esperan ansiosamente azotes, tortura y muerte en el caso contrario.
En la Edad Media era costumbre azotar al mensajero portador de malas noticias, aunque ya no se le daba muerte.
Actualmente matar al mensajero no pasa de ser una frase hecha que alude a la indignación que provocan quienes dan a conocer malas noticias, aunque esa indignación yerre el blanco.
Esto es lo que sucede muchas veces en la relación entre personal de los servicios de navegación aérea y el gobierno. Si un aeronáutico que trabaja asesorando al gobierno dice, por ejemplo, que hay falta de inversión y que por esto los equipos no funcionan correctamente, resulta más fácil desprestigiarlo o separarlo de su cargo que aceptar lo que dice.
Y lamentablemente eso es lo que ha sucedido por hacer nuestro trabajo, para el cual nos contraron y por el cual nos capacitamos todas nuestra vidas, llegando a hacer de esto una pasión que en muchas oportunidades nos ha desvelado.
El velar por la seguridad dÃa y noche los 365 dÃas del año de todos los usuarios que tienen la necesidad de viajar en avión es nuestro trabajo, por eso hemos sido castigados, a mi entender de manera indignante e injusta.
Dejenme contarles como empezó esta historia, hace unos años este sistema de navegación aérea estaba gestionado por la FUERZA AEREA ARGENTINA, la cual era juez y parte. Las inversiones eran casi nulas, las expectativas de crecimiento y robar eran muchas si eras OFICIAL DE LA FAA y la presión psicológica era atroz, muchos de los que hoy trabajan en esto se los podrán contar.
Por razones de Ãndole polÃtica y crisis suscitadas, como la famosa crisis del los radares del 2006, el gobierno nacional de Néstor Kirchner decidió que la Administración de la aviación civil volviera a |