México prohibió venta de comida chatarra en escuelas para combatir la obesidad

Desde este sábado, rige en todo México una nueva normativa que prohíbe la venta de comida chatarra en las escuelas, como parte de un esfuerzo estatal para combatir los alarmantes niveles de obesidad y diabetes infantil que enfrenta el país.

La medida, impulsada por el gobierno y anunciada oficialmente en redes sociales por la Secretaría de Educación —que publicó un mensaje en X diciendo “¡Adiós a la comida chatarra!”— busca transformar la dieta de los estudiantes mexicanos. El llamado a las familias también fue claro: preparar opciones más saludables en casa para reforzar el cambio.

El reglamento, presentado originalmente en el otoño pasado, apunta contra productos ultraprocesados que durante décadas formaron parte del consumo diario escolar, como bebidas azucaradas con sabor a frutas, papas fritas envasadas, chicharrones artificiales o maní saborizado envuelto en soya.

Desde este lunes, inicio de la semana lectiva, los colegios deberán retirar progresivamente cualquier alimento o bebida que tenga sellos negros de advertencia —implementados en el país desde 2020— por contener altos niveles de azúcar, sodio, grasas o calorías. Además, se exigirá a las instituciones ofrecer alternativas más saludables, como tacos de frijoles y agua potable simple.

Según datos de UNICEF, México es el país de América Latina donde los niños consumen más comida chatarra. La agencia advierte que este fenómeno representa una emergencia de salud pública: se estima que el 40% de las calorías que consumen los menores mexicanos proviene de productos ultraprocesados. Actualmente, uno de cada tres niños en el país tiene sobrepeso u obesidad, de acuerdo con estadísticas oficiales.

Quienes dirijan escuelas y no cumplan con las nuevas disposiciones podrían enfrentarse a multas que van desde los 545 hasta los 5.450 dólares.

Sin embargo, la implementación enfrenta obstáculos significativos. Experiencias anteriores muestran que otras restricciones similares tuvieron escasa aplicación. A eso se suma la dificultad logística de monitorear las más de 255.000 escuelas del país, muchas de las cuales no cuentan con infraestructura básica como agua potable, electricidad estable o acceso a internet.

Otro frente aún sin resolver es el de los vendedores ambulantes que suelen instalarse a las afueras de los colegios y ofrecen productos prohibidos durante los recreos o a la salida del horario escolar. No está claro aún cómo el gobierno hará cumplir el veto más allá de los límites físicos del campus escolar.

Este giro radical en la política alimentaria mexicana no pasa desapercibido en el escenario global. Países como Estados Unidos también están comenzando a prestar más atención al impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud pública. De hecho, Robert F. Kennedy Jr., ex secretario de salud bajo el gobierno de Trump, ha prometido reformar el sistema alimentario estadounidense con el lema “Hacer saludable a Estados Unidos otra vez”.

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